Día Mundial del Sida: música para combinar “Esperanza”

¿Cuántas personas viven con el VIH-SIDA, o ya no están entre nosotros tras padecer el virus mundial? ¿A cuántas tal vez les faltó prevención, solidaridad o una mano para no perder la esperanza?

Las respuestas convidaron a un minuto de silencio, en una ocasión en la cual se repetía la palabra esperanza, esa que para muchos aparece cuando todo está perdido, y para otros nombra el Premio que dignifica a quienes apoyan, desde lo individual o lo colectivo, a los enfermos de la mortal enfermedad.

Al programa radial Tiempo, de la emisora provincial y al televisivo Señales, de nuestra televisión, llegó el Premio Esperanza, surgido en 2001 en Cuba con el auspicio de los grupos de Ayuda Mutua para impulsar las acciones a favor de prevenir la enfermedad del VIH-SIDA.

Una mujer, ya jubilada con diez años dedicados al programa que atiende este tipo de enfermedades trasmisibles en la dirección provincial de Salud Pública educadora por excelencia, Carmen Tejedor García, fue otra de las merecedoras de Esperanza.

Asegura que “es una labor de entrega sin límites, comprensión, apoyo, y sobre todo mucho sostén, de ahí su emoción al sentirse gratificada por las horas de pensamiento y su cariño a los enfermos con VIH y sus familias.

La primera jornada de diciembre, tal como el mundo, Artemisa la dedicó a sensibilizar, juntar y también alabar, por la lucha contra la epidemia del SIDA, y esta vez los artemiseños decidieron también ponerle música al encuentro en el salón Un montón de estrellas, de la Casa de la Música, donde el transformismo fue arte y cura, levantó ánimos, concertó citas, deslumbró y también convidó a cuidarse, siempre por la vida.

Cantaron las transformistas, Lara Shanty, Un amigo que se va, y también, Estoy aquí, mientras Yira D Angelo deleitó con Aleluya, y el cantante Rafael Milian García ganó aplausos con el tema Pájaros de barro. Entre tanto, volvieron al escenario las transformistas para levantar al público, que de seguro vivió unas horas de mayor conciencia, pues la música fue pretexto e invitación a darse las manos, por y para quienes viven con el VIH-SIDA.