Un golpe le bastó para poner fin a una vida y de paso usurpar lo ajeno. Sin remordimientos tomó lo que buscaba y lo distribuyó en piezas, que más tarde el hijo de la víctima encontró entre las vidrieras de los comercios ilegales. Fue fácil reconocer las marcas que identificaban la propiedad del padre y así desenmascarar el rostro del culpable.
Con el hermano de G, fue distinto. La primera vez tuvo suerte, pero no soportó la rudeza de su segundo agresor. Tuvo más peso el llamativo color metálico de un chasis, que el respeto a una vida.
Puede que estas historias no carguen con toda la verdad, como cualquier leyenda formada al calor de los rumores en el barrio. Mientras, el traslado en ciclomotores eléctricos alcanza niveles de peligrosidad nunca vistos, más allá de conducir ebrios o a exceso de velocidad.
Una avalancha de asaltos, asociados a la sustracción de estos vehículos, mantiene en vilo a no pocos conductores artemiseños. Ahora están obligados a respetar los horarios proclives y evitar los caminos alejados.
Ya no es tan sencillo como cuando estos medios de transporte aparecieron para convertirse en una solución viable dentro las familias, ante las escasas ofertas de traslado de un lugar a otro.
Tampoco se trata de un fenómeno exclusivo del territorio, ni es una práctica desleal de reciente aparición. A nivel nacional, la organización a este enfrentamiento ha permitido a las autoridades del Ministerio del Interior (Minint) identificar algunos modos de operar.
Estos incluyen el aprovechamiento del descuido de las víctimas, la desprotección del bien en la vía pública, la comercialización de partes, piezas y accesorios, y el empleo de documentos de propiedad falsos.
Existen sucesos con expresiones de violencia y mayor complejidad, como los aquí descritos, cuyas denuncias realizadas por la ciudadanía aún no se han esclarecido, aseguró el Minint mediante una nota informativa divulgada el 31 de diciembre de 2021, en el noticiero estelar.
Pero más que poseer elementos suficientes para la detención de los delincuentes y la recuperación de los bienes sustraídos, esta debe ser una batalla por la vida y la tranquilidad ciudadanas.
Ambas conquistas identifican a esta nación, y no renunciaremos a ellas, aun cuando tiempos difíciles sean esgrimidos como justificación para lacerar la integridad de los hombres y hacer dinero de manera ilícita.
Entretanto, aspiro a que las noticias en torno a las también nombradas motorinas, aludan a la comercialización de nuevos modelos hechos por los amigos vietnamitas… o a la posibilidad de inscripción, ante el registro de vehículos, para los propietarios.
Deseo que las cifras superen las 300 000 que hace un año circulaban en el país, como signo de mejoría y desarrollo. Quiero que la población asuma con responsabilidad los consejos, para evitar el incremento de incendios provocados por estas. Renuncio a que queden en el imaginario de la gente como un peligroso vehículo de color metálico.