Urgencia es la palabra más común entre quienes, tras escuchar el timbre del 104, van en busca de salvar vidas. Ese constituye, quizás, el más noble propósito del ser humano. Claramente, las buenas intenciones no son suficientes: se requiere también condiciones para asumir con éxito el empeño.
En abril de 2019, el artemiseño indagó acerca del funcionamiento del servicio de ambulancias en la provincia. La investigación arrojó muchas deudas y escasas soluciones para la compleja situación de entonces. Hoy, son poco perceptibles los resultados, y crecen las insatisfacciones en el pueblo, por tal motivo, volvemos sobre el asunto.
No es lo mismo, pero es igual
Como en 2019, ascienden a 46 las ambulancias asignadas a la provincia, aunque no son exactamente los mismos vehículos.
“Este año recibimos 16 carros en calidad de donación. Retiramos del servicio igual cifra: nueve experimentaron cambio de uso para funciones administrativas en labores de menos explotación y con un solo chofer; y siete están propuestos de baja, pues no admiten otro destino.
“Los vehículos donados son de segunda mano: han recorrido más de 250 000 kilómetros y ya cumplieron su vida útil. Algunos llegan con problemas de neumáticos, en el motor…”, declara Jorge Félix López, jefe de Transporte Sanitario en la Dirección Provincial de Salud (DPS).
Ambulancias de las marcas Mercedes Benz, UAZ, Gazelle, Jinbei y Hyundai conforman un parque automotriz en regular estado técnico, al decir de López. “A excepción de las donadas, las 30 restantes están en malas condiciones. Por lo general, desde inicios de la covid 19, el coeficiente de disponibilidad técnica (CDT) oscila entre 17 y 22”.
Son carros sobreexplotados, tanto por los años de uso como por las características del servicio. “Trabajan continuamente, con cuatro choferes diferentes, algunos los cuidan mucho, pero otros no. A ello se suma el mal estado de las vías y la carencia de partes y piezas de repuesto, dice Oscar Muxart, vicedirector general de la DPS.
Existen tres bases regionalizadas ubicadas en San Antonio de los Baños, San Cristóbal y Artemisa, donde radica la mayor cantidad de vehículos. El resto de las localidades cuenta con bases equipadas con carros básicos, destinados a turnos médicos de pacientes encamados, embarazadas y a rescates hasta las cabeceras municipales. En los últimos casos, tras los primeros auxilios, continúa el traslado -si fuese necesario- en una ambulancia de Apoyo Vital Avanzado (AVA).
Así está diseñado el sistema, pero la realidad suele superar las previsiones.

la totalidad funcione /Foto: Otoniel Márquez
Atender a las ambulancias
Si bien el CDT oscila entre 17 y 22, algunos días el número de ambulancias en funcionamiento está por debajo o por encima. Las coyunturas obligan a barajar opciones en busca de resolutividad. “Decidimos que San Antonio auxilie a Alquízar, Güira de Melena y Bauta; Artemisa, a la zona más central; y San Cristóbal, a los municipios al oeste de la provincia. En determinadas circunstancias, las tres centrales regionales se apoyan entre sí”, expone el vicedirector.
El tema de las reparaciones constituye talón de Aquiles. Diferentes entidades se encargan de las labores, en dependencia de la marca del vehículo.
“Los 12 autos Jinbei los atiende la agencia Mi Coche, en Guanajay. Para estos no aparecen piezas. Hemos optado por ir retirándolos del servicio, hacerles cambio de uso y destinarlos a cuestiones administrativas.
“En la Base de Reparación General situada en Valle Grande, deben hacerse los arreglos a los dos UAZ. Para el más antiguo, el de Caimito, está prevista la remotorización y el cambio de carrocería. Nuestro ministerio gestiona la posibilidad de que atiendan también allí los dos Gazelles.
“El único Hyundai, ubicado en la base de Caimito, corresponde a la Empresa Integral de Servicio Automotor (EISA) arreglarlo, aunque el cambio de neumáticos que requería se gestionó por otra vía”, explica Jorge Félix López.
Con esa entidad, la base artemiseña de ambulancias contrató un carro modelo Gazelle, estable en su funcionamiento.

Mercedes Benz, punto y aparte
Los vehículos de esa marca son mayoría en el parque automotor. Sus reparaciones deben realizarse mediante la agencia extranjera, presente en Cuba. “Nuestro ministerio paga a la firma el valor por las piezas de importación, y decide las prioridades en la compra. Nosotros costeamos solo la mano de obra. El contrato entre las partes estipula un período de hasta tres meses luego de depositado el CL (tipo de pago), para la importación”, detalla López.
Por todas esas mediaciones pasa el arreglo de los vehículos. De los 16 últimos llegados como donación, cuatro están suspendidos por fundición del motor; ya se aprobó el motor para uno, pues existía en el país.
“Los medios que han entrado como donativo no resuelven el problema; trabajan un mes sí y otros no. De la Mercedes, ni hablar, solo sabemos cuando se van…”, opina Maikel Martínez Señarí, quien hasta triplica sus funciones en el centro artemiseño, donde labora desde 2012: funge como jefe, maneja en sus días de guardia, y viste de mecánico casi todo el tiempo.
A la base de Artemisa -equipada con nueve carros- la Mercedes Benz ofrece pésima asistencia, por eso a veces solo cuatro o cinco prestan servicio. Muchas ambulancias son reparadas por manos solidarias, sobre todo de choferes. ¡Aaah, ninguna con somatón!

En San Cristóbal, de los siete vehículos de la marca que posee la central, dos están en taller hace aproximadamente un año, pendientes de arreglos en la carrocería. “Además, tenemos uno en la base para el cual nos han dicho, no existen las piezas”, declara Haydeé Díaz, al frente de la entidad.
El jefe de Transporte Sanitario en la DPS precisa que de los dos primeros, uno está chapisteado por completo, restaba la colocación del parabrisas, aprobada recientemente.
También complace la noticia del alistamiento del carro perteneciente a Caimito, tras aproximadamente dos meses de inhabilitado para sus funciones.
Otras dos ambulancias de esta línea, pertenecientes a Mariel, están paradas por gomas. Allí la situación resulta muy compleja. Al momento de la investigación, ninguno de los cinco vehículos prestaba servicio.
“Los otros tres están paralizados por piezas y accesorios: el primero hace unos cinco meses y el último, hace dos. La agencia Mi Coche no tiene actualmente solución para esos carros», precisa Jesús Temprana Alvarado, jefe de departamento en la base de la localidad. Al cierre de esta edición tampoco Güira tenía ambulancias funcionando, aunque solo restaba una batería para una de estas, pues la otra está en chapistería.
Actores no estatales, ¿alternativa viable?
La insuficiencia de los talleres destinados a las reparaciones de ambulancias, ha inducido a la búsqueda de soluciones en formas de gestión no estatal. “Hemos incursionado en ese camino, pero nuestro presupuesto no permite costear labores de envergadura con cuentapropistas, cooperativas o mipymes; solo trabajos menores”, expone el Vicedirector General de Salud.
En Mariel, este año acudieron a REMFRI y ELECTRICAR dos mipymes del municipio: con la primera realizan trabajos de chapistería y pintura, y con la otra, de electricidad. Mas, les resulta imposible acceder a las gomas debido a su alto costo, y por otro lado, las mipymes no disponen de las piezas y accesorios nuevos que precisan. Ahora, buscan un ponchero dispuesto a hacer contrato con ellos.

“Quizás el próximo año contemos con mayores recursos para acudir a estas alternativas, pues elaboramos el anteproyecto de presupuesto para 2023, teniendo en cuenta la presencia de formas de gestión no estatales dedicadas a estas tareas, antes inexistentes, y el alza en precios”, considera López.
Más allá de carencias materiales, determinantes en gran medida del bajo coeficiente de disponibilidad técnica de las ambulancias, cabría cuestionarse si los vehículos en funcionamiento hoy tienen siempre un empleo adecuado, si sus tripulaciones cuentan con los conocimientos, condiciones laborales e insumos médicos para asumir las complejidades de su tarea. Con esos asuntos volveremos en próximas ediciones.
(POR AYDELÍN VÁZQUEZ, YUDAISIS MORENO, YAILÍN A. CHACÓN y YUSMARY ROMERO)
Se terminó el mito de la potencia médica