En la consulta de la gastroenteróloga pediátrica Damaris Castillo, las patologías relacionadas con la intolerancia a la lactosa o alguna de las proteínas que componen la leche, son atendidas de manera recurrente.
“Muchas personas a quienes la leche de vaca les provoca reacciones alérgicas, pueden beber la de chiva sin inconvenientes, pues contiene una proteína de diferente tipo”, según resultados de un estudio de Adela Bidot Fernández, del Centro de Investigaciones para el Mejoramiento Animal de la Ganadería Tropical en Cuba.
Muy parecida en su composición a la leche materna, es una de las vías a utilizar para el tratamiento de dichas enfermedades. Sin embargo, en nuestra provincia, se utiliza poco. Desde el artemiseño nos acercamos al tema.

De intolerancias y otras patologías
“En un primer momento se les indica a los infantes el Prolacsin (leche de soya). Ante la ausencia de esta opción, mando el yogur para mis pacientes, pues es un excelente sustituto por todas sus características beneficiosas. La intolerancia tiene diferentes grados, y muchos pacientes lo asimilan sin problema. Mantenemos el tratamiento por tres meses y luego volvemos a probar con la leche. Como resultado, podemos extender el consumo de yogur por seis meses”, reveló Castillo.
Acotó que aun cuando conocen las propiedades de la leche de cabra, “no existe un examen que nos permita determinar a cuál proteína se es intolerante, de ahí que esta sea una opción para el tratamiento, pero no la principal”.
Comenzamos entonces por el yogurt y después probamos con leche de cabra. En casos más extremos de alergias, se suspende toda la leche y sus derivados.
Muchos de estos síntomas, aseguró la especialista, son temporales, producidos por la introducción de la alimentación antes de los seis meses de vida o al interrumpir la lactancia materna.
En este entramado, las dos patologías tienen un origen común, pero son identificables por la sintomatología del paciente. En ambos casos el infante lleva una dieta especial. Para acceder a ella desde las consultas primarias se orienta asistir a un especialista y este dará las indicaciones pertinentes para que finalmente se presenten los familiares en el Registro de Consumidores (RC), conocida en el argot popular como Oficoda.
“La documentación para recibir las dietas son la tarjeta de identidad del menor, la libreta de la bodega y el modelo dado por el especialista, generalmente un gastroenterólogo”, según precisó Daimí Pérez, directora del RC en Caimito.

básica de leche en 8 municipios artemiseños /Foto: Otoniel Márquez Beltrán
La otra cara de la moneda
“En la Empresa de Productos Lácteos Artemisa asumimos la entrega de cuatro dietas de leche de cabra. Acopiamos un total de 5 331 litros de la misma, mensualmente; para las dietas ocupamos unos 120”, declaró Lázaro Armando Jiménez, director de la entidad.
“El resto pasa a la industria, donde la mezclamos con la de vaca y de búfalo para la canasta básica. Al existir un déficit en la leche vacuna, nos quedamos por debajo en el acopio, de ahí que asumimos los contratos con productores de otras leches, lo cual nos permite cumplir con el plan de 20 mil litros para los niños de uno a siete años de la provincia, acotó el directivo.
“En cuanto al yogurt, asumimos la entrega mensual de 8 760 pomos de 917 mililitros.
Parte indiscutible en esta ecuación resulta la Unidad Empresarial de Base Balkan, ubicada en el municipio de Bauta.
Ellos trasladan 25 litros de este alimento, en días alternos, hacia dos bodegas de San Antonio de los Baños y Alquízar. Vienen desde la finca La Guayaba, perteneciente a la granja Urbana de San Antonio de los Baños, donde es prioridad la entrega de lo pactado con la UEB.
“En este período del año la producción disminuye, porque las cabras están en proceso de gestación, por eso la cantidad entregada es menor. A partir de enero dan a luz y aumenta la productividad”, comentó José Ángel Quiala, dueño de la finca.

niños alérgicos a la leche de vaca, toleran perfectamente la de cabra /Foto: Otoniel Márquez Beltrán
Desde Balkan: alternativas a la intolerancia
El yogurt, el principal sustituto a base de leche para los intolerantes, se produce en el laboratorio de la UEB. Batas blancas, limpieza impecable, una infinidad de probetas y otros equipos, permiten la toma de muestras.
«El yogurt se fabrica con características probióticas, lo cual genera beneficios en la flora digestiva para quienes lo consumen. Además de las bodegas, tiene como destino final los círculos infantiles y hospitales», explicó Albania Tamaño Rosales, jefa de laboratorio, con más de 33 años de experiencia en el oficio.
El consumo social es la razón de ser de la entidad. Llevar dos litros de leche con una frecuencia alterna a cada niño implica un engranaje perfecto, que va desde el ordeño hasta su transportación. La fábrica comienza a producir de noche, lo cual permite el ahorro diario de 200 litros de diésel.
«Acopiamos entre 9 000 y 10 000 litros de leche y la sometemos al proceso de pasteurización, para entregar un producto de calidad y con los estándares requeridos. El reparto inicia en la mañana y entregamos 18 000 litros», expresó Alfredo Rodríguez Arzola, director en funciones de la UEB.
En esa diferencia se notan los escollos, en una cadena donde aún existen incumplimientos en la entrega del preciado líquido, lo cual obliga a la compra a otras provincias.
Los números no mienten. Existen potencialidades para ofrecer la leche de chiva como un sustituto eficaz a la de vaca, aunque primero resulta indispensable un estudio real de cuantos casos existen en Artemisa con patologías asociadas al consumo de leche, pues no pocas familias recurren a la leche de cabra desde la gestión personal. No olvidar tampoco que dichos trastornos pudieran ser evitables con la lactancia materna exclusiva al menos los primeros seis meses de vida.