Durante la pandemia los cubanos, ya con cierta cultura higiénico-sanitaria forjada en la esencia preventiva de nuestro sistema de Salud Pública, aprendimos mucho más acerca de epidemiología, y también a valorar la vida. Quizás por eso, las personas se inquietan ahora más que antaño, al conocer la prevalencia de alguna enfermedad transmisible.
Afortunadamente, la COVID-19 experimentó un descenso muy significativo en todo el país y la viruela del mono ha hecho sus apariciones, pero esporádicas y controladas. El dengue, sin embargo, sí nos sigue “haciendo la guerra”, y para ser sinceros, existen algunos irresponsables que se comportan más como aliados del Aedes aegypti que como contrarios.
Sumado a estas enfermedades, algunos coterráneos muestran también preocupación por la persistencia de salideros de agua, ya no solo de la apta
para el consumo -ideal para la proliferación de mosquitos-, sino además de las albañales, que corren libremente en algunos sitios de nuestras ciudades y campos. Y no es para menos: la confluencia de ambas, figura entre las principales causas de enfermedades diarreicas agudas (EDA), de muy fácil propagación.
Aunque no es la única, habitualmente, los variados agentes infecciosos
causantes de la diarrea se transmiten por la vía fecal-oral, a través de la
ingesta de agua o alimentos contaminados con materia fecal, o mediante la
contaminación directa de las manos u objetos utilizados.
El Ministerio de Salud Pública (Minsap) posee un sistema de vigilancia integrado para la observación sistemática del comportamiento de las atenciones médicas por síntomas de este tipo. Eiglys Argudín, directora provincial de Higiene y Epidemiología, señala que aunque la provincia supera la media nacional en cuanto a la presencia de EDA, nos mantenemos en una zona de éxito.
Esto nos obliga a estar atentos al asunto, sobre todo aquellas personas que perciben a su alrededor el cauce indebido provocado por la fuga de aguas, sean o no pestilentes.
La Directora Provincial de Higiene y Epidemiología, explica que las fuentes de abasto de agua se muestrean mensualmente, y dos veces en el año, se les realiza el estudio físico-químico. “Además, se muestrean los puntos clave de las redes de distribución, y está prohibido el bombeo sin cloración”.
Con independencia de la vigilancia realizada por el Minsap en sus áreas de
Salud, la Empresa Provincial de Acueducto y Alcantarillado(EPAA) tiene responsabilidad en la tarea.
En las UEB radicadas en los municipios, existen los técnicos hídricos, encargados de pesquisar el agua que se bombea. Ellos deben realizar un muestreo propio, de manera que actúe como contrapartida de las muestras tomadas por Salud.
En realidad, debe ser más bien una labor coordinada, en aras de alcanzar la mayor veracidad posible en los resultados. Pero… ¿puede existir un punto de contaminación en la red no detectado, debido al no muestreo del lugar? Sí.
En ese sentido, el accionar de la población es esencial en el aviso oportuno de un problema de esta naturaleza. “Pueden llamar, y de hecho lo hacen, a la Empresa y a las oficinas de atención a la población. Ubicamos el lugar y actuamos”, explica Pedro Luis Sarabaza, técnico hídrico en la EPAA, quien atiende la potabilidad del agua en la provincia.
La doctora Argudín, asegura que donde se detecte contaminación de aguas, se indica la paralización inmediata del bombeo hasta tanto los resultados de los análisis permitan su reanudación.
De nuestra parte, podemos ser proactivos en este sentido, al alertar a las autoridades acerca de una situación de este tipo. Conviene, además, practicar medidas preventivas como hervir el agua de consumo, usar hipoclorito, lavar con frecuencia las manos y los alimentos de consumo crudo, entre otras. Estaremos preservando, a fin de cuentas, nuestro bien más preciado: la salud.