Mi vecina no sale de Internet. Antes la veía en la cola del pollo, en la farmacia o esperando al repartidor de periódicos,para enterarse de la última noticia, o al tanto de la cartelera de televisión. Sin embargo; de un tiempo a la fecha, siempre está con el celular en la mano.
Hasta hace muy poco, solo usaba WhatsApp. Ahora, además habla como una experta sobre Facebook, Instagram, los canales de Telegramy hasta tiene cuenta en Twitter, aunque esta última plataforma no es de su agrado.
Mi vecina tiene 74 años y se las ingenia para encontrar en las redes el contenido de su preferencia. Incluso, aconseja a sus amigas para que no den like a determinadas publicaciones; menos aún, a ofrecer comentarios que eleven la visualidad y el posicionamiento.
Ella dice que aprendió a reconocer unafake news: “para que nadie me haga cuentos”. Porque en tiempos de like, hay que saber por dónde se pasa el dedo para no naufragar. “No todo lo que se lee en Internet vale la pena, como tampoco es cierto todo lo que se publica”, comenta con lucidez.
Una mentira bien contada resulta creíble, eso ocurrió en cualquier época. Ahoratambién cobra sentido, donde todo va a parar al ciberespacio, y desde allí se nos hace una guerra mediática que solo podremos librar con inteligencia y constancia.
Sin embargo, en algo tiene razón mi vecina, no hay necesidad de reaccionar a todo tipo de publicación, algunas, no merecen ni un “me enoja”, aun cuando dediques tiempo a leerla. Tampoco es necesario comentar, ni siquiera en agravio, porque así contribuimos a su visualización y en el espacio mediático, ignorar a veces garantiza la victoria antes de comenzar la guerra.
Las fakenewsllevan en sí la intención de engañar; manipular, decisiones personales;desacreditar o enaltecer, a una institución, una entidad o persona, muchas veces bajo un fuerte componente económico y político.
Pero estas, no son exclusivas de la era digital. Sus antecedentes se remontan a la antigüedad, aunque ahora se dispersen con más velocidad, gracias al uso de modernas tecnologías de la información y la comunicación.
La guerra mediática contra Cuba, muchas veces financiada desde el exterior, transita por los caminos del odio; pero, en la mayoría de los casos, no admiten ser refutados con razonamiento lógico. Le invito a que haga usted como mi vecina de 74 años, excluya su criterio y con ello, comience a ganar batallas.