Gloria Torres Ricardo es una mujer en extremo cordial y sonriente. Me une a ella una larga amistad y una relación común y fraterna con el mundo de los libros. Durante 18 años ha trabajado como vendedora en la librería El Cucalambé, en Bauta, y ya a las puertas de su retiro decidió esperar un tiempo más para concretarlo.
¿Las razones? La librería, a la cual ha entregado su alma, se encuentra bajo una reparación y rediseño total del espacio y los estantes, lo cual conducirá a que esta cuente, en breve, con un inmueble mucho más confortable y atractivo para los ojos de los lectores.
“Estoy muy contenta con lo que están haciendo. Yo pensaba jubilarme, pero hasta que no vea la librería completamente terminada y pintada, no voy a hacerlo”, cuenta Gloria con su eterna sonrisa a flor de labios. La pregunta de ocasión sería: ¿quién tomará el lugar de tan sonriente y amable dama cuando esta se haya marchado?
Asegura Gloria que, en el presente año, han entrado dos envíos de ejemplares: uno durante la Feria del Libro en la provincia de Artemisa y otro en el mes de julio y, aunque ya la cifra de títulos no es, ni por asomo, la de años anteriores, el público sigue en busca de ellos, sobre todo los escritos para el ámbito infantil y los rubricados por la importante narradora cubana Marta Rojas, en especial la novela Santa lujuria.
Otra cara de la moneda muestra la librería Viet Nam Heroico, en Caimito, administrada por Erenia Marlén Martínez Varona, casi con 20 años de labor allí.
Según afirma y nos muestra, el alumbrado del local es muy deficiente, tanto en la sala de ventas como en el almacén, la puerta principal la rompieron de un botellazo durante las llamadas Fiestas Populares y ella misma debió repararla, las escaleras se encuentran en peligro de derrumbe, de la placa del portal se han caído varios trozos y, por tanto, es un riesgo vender ahí.
En cuanto a la adquisición de libros por los lectores, ha tenido buenos resultados en ventas itinerantes por distintos centros escolares del municipio y en la Escuela Interarmas de las FAR General Antonio Maceo.
Para un mayor éxito en esta opción, necesitaría contar con medios de transporte para mover la mercancía hacia otros espacios del municipio. Vende, además, útiles escolares y cajitas de cumpleaños. En la librería bautense, los libros infantiles son los favoritos de los compradores.
En la librería La Cultura, en Mariel, cierto “personaje” ha hecho su agosto en puertas, libros, almacén y estantes: el comején, “importado” desde el inmueble vecino ahora se despacha a sus anchas cuanto queda a su paso en esta librería, según nos cuenta la administradora Yamilka Gómez Licea, una muy experimentada trabajadora en la labor de vender libros, pues la realiza desde el año 1999.
Preocupada por su labor, cuenta que no posee mucha literatura infantil y juvenil para ofrecer a los clientes y que lleva ventas itinerantes por diversas escuelas y centros de su municipio, aunque a la Zona Especial de Desarrollo no ha logrado retornar para este fin y sería muy positivo hacerlo, pues la experiencia de la venta de libros allí arrojó buenos resultados.
Son tres administradoras que han resumido las luces y sombras de las librerías que dirigen en la provincia de Artemisa, pero la historia abarca mucho más. Y para ello me fui hasta otra fuente.

Una página con Julito
Julio César Llópiz Ramos, ampliamente conocido en este ámbito por haber sido fundador del Sistema de Ediciones Territoriales (SET) y diseñador gráfico de la editorial Unicornio, es desde septiembre del 2021 el director de la Empresa Territorial Comercializadora del Libro.
Aunque sustituyó al lamentablemente fallecido Orlando Chávez, de larga travesía en esta dirección, no es un improvisado, sino un hombre de experiencia y largo batallar en el ámbito de los libros, lo cual incide de manera muy positiva en su tarea.
Acerca de la situación actual de varias de las librerías no mencionadas en este trabajo, Julio César recuerda a La Enciclopedia, en Bahía Honda, a la cual el ciclón Ian despojó de su cubierta, pero que podría volver a la normalidad a partir de los 150 metros de techo pactados con la dirección del gobierno en el municipio.
La Dionisio Chirino, en Candelaria, podría beneficiarse a partir de un proyecto de asociación con el Fondo Cubano de Bienes Culturales y con artistas y artesanos, opción que no la haría perder su esencia, mientras que El Cuarderno Azul, en Guanajay, con problemas de filtración en el techo, pero estratégicamente bien ubicada, ha despertado interés de reconstrucción por parte del grupo CROMA, también del Fondo Cubano de Bienes Culturales.
Julio César expresó la cercana posibilidad de que las librerías de San Antonio de los Baños, Guira de Melena y Artemisa comiencen a vender material de escritorio de manera sostenida, experiencia que quiere extender al resto de sus iguales en la provincia.
Pretende también ubicar equipos para fotocopias en cada una de ellas, pero esta resulta una intención más difícil de lograr, tomando en cuenta la actual situación económica del país.
Convencido de que el libro digital se va imponiendo, reconoce que es imprescindible estimular su promoción, ya puesta en marcha por la editorial Unicornio y con posiblidades de ofrecer ingresos por ese concepto a nuestros autores.

El libro en nuevas miradas
Es una verdad de Perogrullo decir que ha ocurrido un cambio de época a partir de la irrupción de Internet, lo cual implica también cambios sustanciales en la manera de entender el universo de los libros y de leerlos, sobre todo porque ya no es la lectura una de las primeras opciones de disfrute y conocimiento.
A diferencia del libro en su formato clásico, el libro digital (rechazado por la mayoría de quienes nos acostumbramos a leer en hojas de papel) gana fuerza inusitada y, de seguro, invencible, tal como señaló Julio César.
Este tipo de lectores, que ya son millones y, en gran medida, “invisibles”, pues casi siempre suponemos que en sus tablets solo hay espacio para los juegos y el entretenimiento más ramplón, pocas veces asisten a las librerías clásicas en busca de alguna opción, más bien prefieren hurgar en el ancho espectro de las redes de redes, donde es posible “bajar” las más diversas opciones de lectura.
A ello podríamos sumarle la escasa promoción que hacemos de los libros publicados, pues, de Pascua a San Juan, alguna que otra reseña literaria asoma en nuestros medios de comunicación, cojera sobre la que comentó hace ya algunos años, durante una visita a nuestra provincia, el Primer Secretario del Partido y presidente cubano Miguel Díaz Canel-Bermúdez.
A uno de los mejores lectores del municipio y asiduo visitante de la librería Los Pinos Nuevos, el poeta Daniel Pérez, le he escuchado lamentarse de la ausencia de títulos de grandes escritores universales contemporáneos, algunos de ellos ganadores de los premios más importantes del planeta, como el Nobel y el Cervantes.
Es cierta esta inquietud. Pero no resuta fácil publicar en formato físico a autores especialmente bien remunerados, a los cuales, con muy pocas excepciones, habría que remunerar en moneda fuerte.
La posibilidad de acceder a estos últimos, por desgracia para los lectores exclusivamente de textos en papel, parece ser a través de la opción digital. Nada desdeñable esta, si los lectores clásicos la miramos con menos prejuicios… y hasta con menos añoranzas. Ponerse de espaldas a las opciones que brinda el desarrollo puede ser letal.
Las librerías, hermanas jimaguas de las bibliotecas, pero con obvias diferencias, son un espacio que brinda sabiduría infinita y, por tanto, como en el caso de La Cucalambé, merece también rediseñarse y convertirse en más atractiva a los ojos de los lectores. Un estadio, una casa, un restaurant, una librería que no tenga belleza, no cautiva a nadie.
Los libros no pueden ser protagonistas durante una Feria Provincial o Municipal… y punto. Esta es una verdad innegable. Si el hombre no sabe leer, no sabe pensar, y si no sabe pensar, jamás logrará avanzar.
El libro es un gran invento de la humanidad, y lo seguirá siendo en su formato de siempre o en formato digital. Por eso, soñando un poco, pienso, como Borges, que si alguna forma tiene el Paraíso, es la de una biblioteca repleta de libros, que hoy no solo se adquieren en las librerías clásicas. Si tuviera otra forma, no me parecería tan bello.