Igual que no deja escapar ideas cuando le vienen a la mente, aunque ya está acostada, Luminitza tampoco deja de pensar un instante en sus alumnos. Sueña despierta cómo perfeccionar la coreografía, cómo motivar cada vez más a esos chicos a disfrutar la magia de la danza.
“Que ellos lo perciban es más importante que el resultado en un evento. Trabajo para todos los días lograr algo nuevo con ellos, y el premio no te lo puede otorgar un jurado, sino el pueblo: el vecino, los amigos, el primo, el tío, la mamá… que los ve cada día”.
Luminitza Medina Rivera, graduada de la Licenciatura como Instructora de Arte en 2005, instructora de danza en la Casa de Cultura de la ciudad de Artemisa y en la secundaria Rigoberto Corcho, vive una pasión que la envuelve.
De sus talleres y la tenacidad con los muchachos de octavo grado del plantel artemiseño, nace Temperamento, integrado por tres grupos de diferentes edades, uno de cinco a nueve años, otro de diez a 15 y uno más a partir de los 16.
Los chicos llegan hasta ella espontáneamente. Los atrae su trabajo sistemático de tantos años, los resultados en encuentros y los premios en eventos municipales y provinciales, en Danzarte y el Festival de Ruedas de Casino, en el Escaramujo de la brigada José Martí y la presencia en todo tipo de actividades.
Se han tornado casi ineludibles en las galas, en semanas de la cultura o de la victoria, en carnavales y el día de los niños, en el Jolgorio a Polo Montañez y, recientemente, intervinieron en el Festival Artemisa Mestiza.
Luminitza lleva el arte a actividades extensivas de la Casa de Cultura, con niños, jóvenes, adultos y aun adultos mayores, en la Casa de la Música. Los viernes, desde la propia institución, promueve su hermosa obra.
La EGREM facilita las condiciones: equipo, luces, audiovisual, espacio… que enriquecen el trabajo de quienes aprenden y de quien enseña.
Muchos instructores han abandonado definitivamente esa función; la han cambiado por la de mostrar su propio arte. Tú insistes en tu labor formativa.
“Aprecio la importancia de ser educador, como instructora de arte. Es vital, principalmente en los niños; los forjamos, los iniciamos e impulsamos a crear y a ser artistas… y que en la provincia, el municipio, el lugar donde estén, no muera el arte.
“Nunca voy a dejar de ser artista. Renuncio a serlo si desisto de crear, de formar a mis estudiantes. Para mí, esa es también una forma de hacer arte, ese que llevo dentro y me mueve a estar siempre colaborando, ideando y formando nuevos artistas”.
Es un trabajo consagrado. La mayor parte del tiempo el principal recurso suele ser la dedicación.
“Implica mucho sacrificio. Si no amamos cuanto hacemos, no vamos a tener resultados, igual en el arte que en la vida”.
Pero prefieres el trabajo con los niños.
“Sí, porque en ellos está la espontaneidad, la inocencia, la creatividad, el afán de aprender, la oportunidad de sacar cosas frescas: día a día te dicen algo nuevo. Es lo que los profesores, como artistas e instructores a la vez, buscamos en los niños”.
¿Cuánto crees haber sembrado tras tantas horas enseñando?
“Desde que comencé, bien pequeña, siempre tuve la inclinación de crear y hacer que cada niño que pasara por mis manos fuera un creador… y un instructor. Así nos formaron; por eso procuro que cada semilla sea el reflejo de mi empeño.
“No puedo decir que todos —luego de disfrutar y aprender— han continuado mi camino. Cada quien elige el suyo propio, y de niño a joven cambian cantidad. Pero muchos han seguido esta manifestación artística: han llegado a la Escuela Nacional (ENA) o al Instituto Superior de Arte (ISA).
“Incluso son profesores y han regresado, después de tanto tiempo, a compartir los frutos de los años de estudio, en talleres e intercambios.
“En un rápido repaso, recuerdo a Cynthia, que cursó la Escuela Vocacional de Arte (EVA), luego la ENA y, actualmente, es profesora de la EVA; a Susana, graduada de la ENA, donde ahora imparte clases; a Amanda, quien quiere pasar aquí sus dos años de servicio social, y a otros que quieren prepararse para entrar al ISA como profesores.
“Espero el día de mañana sentirme orgullosa de que mis estudiantes siguieron mi camino”.
