Cualquiera puede entender la desesperación de la artemiseña Mildrey Díaz Trápaga, quien se dirigió a la sede de nuestro semanario para denunciar la permanencia de desechos sólidos en su cuadra, semanas después del paso del huracán Ian.
La Calle 54 entre 13 y 15, en la capital de la provincia, todavía mostraba, para todo el interesado en ver, hojas y ramas como remanentes del azote del fenómeno natural, que los vecinos depositaron al frente de sus viviendas, en espera de una respuesta ágil, a tono con el llamado de la máxima dirección del país de acelerar el proceso de recuperación.
Si fuera la única en esas circunstancias, todo parecería más sencillo; en cambio, no es así. Varias calles del reparto Toledo, uno de los nueve consejos populares de Artemisa, todavía esperan vehículos apropiados para evacuar la suciedad, entre estas la 9 y la 58.
Es preciso reconocer que las arterias principales del pueblo se limpiaron poco después de finalizar las lluvias y los vientos, lo cual dista de la imagen de otros sitios más alejados del recorrido habitual de las autoridades, de los centros culturales y recreativos.
Para colmo de males, en la 54 se suman al olvido jabas y sacos de basura, culeros “desechados”, papeles nada higiénicos, según el testimonio de Mildrey y las imágenes entregadas a esta reportera.
A la dejadez suelen acompañarle la indisciplina, el abandono, la apatía y el caos, hasta el punto que este tramo resulta intransitable para los vehículos negados a sortear los despojos de la mayoría.
!Ni pensar la fetidez, los gusanos a lo largo de la acera, el riesgo de enfermedades como la leptospirosis y el dengue (de alta incidencia)!
Y ahora, quién precisa responsables del desastre y adopta medidas que logren contener la avalancha de la mugre. Justo la impunidad vuelve a reproducirse, igual que las larvas de las moscas sobre la bazofia.
Tanto como las limitaciones de la Empresa de Comunales para llegar hasta el último rincón de la Villa Roja, un propósito que bien pudieran apoyar las entidades del municipio, juega un papel fundamental la participación de las organizaciones del barrio y los pobladores de la comunidad, en aras de barrer de una vez el recuerdo devastador de aquel 27 de septiembre.
Ya sabemos que no hay suficientes contenedores y de la demora de los ciclos de recogida; mas, deben existir los carros de caballo, la bicicleta para llevar los excrementos de animales hasta la periferia, además de una estrategia clara de higienización, que incluye combustible y despliegue de equipos de volteo y trabajadores.
Dicen que la limpieza inspira respeto. Eso solo se logra a golpe de exigencia, sentido común, esmero y cooperación de todos. Recuperarnos lo antes posible depende también de la receptividad de los responsables administrativos y el empuje de la gente, pues el panorama puertas afuera del hogar habla asimismo de los valores puertas adentro, aunque usted procure hacerlo brillar.