“¡Gracias por traer la luz! ¡Los niños les queremos!, ¡Sus desvelos, nos dan tranquilidad!”, estas son solo parte de aquellas letras descubiertas en cartas de la primaria Carlos Rodríguez Careaga, de Artemisa, quienes, convocados por la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y la dirección de Educación municipal, colmaron de mensajes el portal de el artemiseño.
Andry González Pacheco, secretario del Comité de la UJC en la ciudad cabecera, llegó esa tarde con una bocina y música infantil, algunas crayolas y unas hojas blancas, más la algarabía de los más chicos y la profesionalidad de sus maestros. Todos tenían en su afán agradecer la persistencia, el trabajo arduo, el sudor y las horas de pensamiento de los eléctricos, el consejo de defensa, y de quienes no han deparado en sábados, domingo ni martes, en función colectiva.
Y así voló la creatividad de quienes, dijo Martí, son la esperanza del mundo, pero esta vez escriben en presente, a golpe de ingenio, y ya después sus travesuras llegan tan seguidas, que resulta difícil contabilizarlas. Ellos, fácilmente viraron nuestro mundo al revés en el periódico, y paralizaron nuestro trabajo para convertirnos en un resorte de risas y ocurrencias.
Cuando hay una inocente mentalidad de niño es cuando más cerca estamos del verdadero amor. Así, sin más, enviaron en dibujos, barcos de papel, cohetes y cartas, sus muestras de cariño y agradecimiento a esos hombres de acero: los linieros, mientras nos adueñamos de su tiempo, y le hablamos del periodismo y del periódico, de las redes sociales y de cuanto tienen que aprender para seguir creciendo.
No hay nada mejor que recurrir los pioneros, como dijera nuestro líder histórico Fidel Castro: Y en eso es en lo que más debemos pensar: en los niños de hoy, que son el pueblo de mañana. Hay que cuidarlos y velar por ellos como los pilares con que se funda una obra verdaderamente hermosa y verdaderamente útil”, asentimos en compañía también de Yarobys Álvarez Contreras, director de Educación en el municipio.

Cartas y amor, loma arriba
Entre tantas energías y buenas vibras de los más chicos, los educadores artemiseños —esos que nunca deparan en sacrificios para dar lo mejor frente al pizarrón—, convocaron la semana antes a compartir aseo, alimentos, zapatos, pantalones, libros, libretas… y cuanto la solidaridad alcance.
Cajas repletas llegaron a la dirección de Educación, a el artemiseño, y a la UJC, para ser trasladadas a uno de los consejos populares más distantes de Bahía Honda, a Las pozas, donde Ian, no deja de ser noticia a semanas de su devastador paso.
El camión, en el cual se trasladarían cortesía de la Empresa de Transporte de Artemisa, junto a Maylén Martínez Abreu, secretaria de la UJC provincial y otros dirigentes, ya deslumbraba el sacrificio de quienes llevarían su apoyo a más de 60 kilómetros de la calle central artemiseña, donde las palmas removieron el paisaje, y muchas casas exhibían su peor panorama.
Imposible contar con exactitud las impresiones, con lluvia incluida en el viaje, de los educadores y jóvenes artemiseños en aquellos parajes, descritos de manera magistral por Daniel Suárez, presidente de la Unión de Historiadores de Cuba, en la provincia, con dotes de redactor-reportero en la emisora provincial.
Según cuentan, hubo de todo, pusieron zapatos en pies delgados e inocentes, llegaron con su mano a familias sin techo ni paredes, pero con la humildad de la taza de café para degustar en colectivo.
Allí, donde las montañas se ven más cerca; donde hay hasta jazmines silvestres y naranjas dulces, también descubrieron guajiros con pocas ropas secas, sin electricidad y con muchas ganas de echar pa‘lante, que prestaron sus caballos para la foto del día.
Entre tanto, los solidarios artemiseños conocieron detalles del sitio, declarado Monumento Nacional el 27 de enero de 2015, en recordación a la heroica batalla de Cacarajícara, pues fue una hazaña portentosa de Antonio Maceo, que solo habían leído en libros de Historia de Cuba.
Y bajaron, no sin antes ser bendecidos por una vecina de Las Pozas, “ashé, que Dios los cuide y los bendiga”, les dijo al momento que habían detuvieron el ajetreo de los linieros para darle dibujos y cartas de los pioneros de Carlos Rodríguez Careaga.
¿Quién dice que ese día no hubo clases para los educadores de Artemisa?, Pues sí, lo que tal vez, ellos junto a la juventud comunistas fueron alumnos, recibieron la mejor lección, la de fortalezas, humildad y fuerzas ante el paso de la naturaleza, cuando la resistencia viene a ser aliciente para el día, para el alma, para quienes escriben en presente, a pesar de ser el futuro.

(Por Anay Lorenzo y Yudaisis Moreno)