En este espacio de la geografía marieleña tal pareciera que el saber estuviera permeado del azul del mar, la serenidad de sus aguas, y a la cobija de la distintiva brisa. Es difícil no quedar prendados de un sitio forjador de futuro como lo es el Instituto Marítimo Pesquero (IMP) Andrés González Lines, donde los estudiantes emprenden una travesía cual si fueran en un buque de grandes dimensiones.
Este septiembre el centro reabrió sus aulas y una nueva etapa promete convertir a quienes allí estudian los biólogos, patrones y motoristas del mañana.
Ponerle toda la aptitud
Desde Morón, Ciego de Ávila, llegó Yulisey Reñe Pérez al instituto, para continuar su primer año de Biología Pesquera, junto a otros 19 estudiantes.
“Lo más difícil para ingresar fueron las pruebas de aptitud en el mar. Debes saber nadar y defenderte en el agua, pues resulta crucial para nuestra formación”, dice la joven de 16 años, con el cabello aún mojado, tras concluir una de las clases que se imparten precisamente en dicho escenario, el cual rodea la institución educativa y le imprime un sello singular.
“Siempre me ha gustado el mar y, sobre todo, la aventura. Al principio a mi papá no le agradaba la idea de que estuviera tan lejos de casa, pero finalmente lo convencí. Ahora estoy segura de cuánto me satisface la carrera, y un día quiero convertirme en bióloga marina”, cuenta Yulisey, quien siente especial preferencia por asignaturas como Biología e Hidrología.
Si bien ella prácticamente comienza este camino, Givan Mas Durruty y César Darío Santí Quesada, tienen la batalla casi ganada. Ambos cursan el cuarto año de Biología Pesquera y ejercen el período de prácticas en el Acuario Nacional, donde desarrollan sus proyectos de tesis.
A los parásitos que habitan en el pez chromis cyanea dedica su tiempo el primero; en tanto, su compañero de estudios optó por la repoblación de corales.
“En la secundaria supe que quería dedicarme a algo relacionado con los animales. Al llegar las carreras, hubo una que especialmente me llamó la atención, me informé sobre sus características, ámbito de desempeño, y me interesó bastante. Entonces, decidí esforzarme para obtenerla”, relata Givan, quien también sueña con formarse en Biología en la universidad, para ampliar su perfil y, más tarde, trabajar en el Acuario.
Por su parte, César Darío vivía en Nuevitas, Camagüey, por lo que el mar le resultaba familiar. “Fui el único de mi localidad en coger la especialidad, y me vinculé a la Empresa de Flora y Fauna del territorio. El año pasado nos mudamos para La Habana y establecí las relaciones actuales”.
Sobre la investigación que lo ocupa, manifiesta que “en las costas del norte de Cuba escasean los corales, y este proyecto pretende repoblarlas. Se vinculan a la labor, además, estudiantes de la universidad que igualmente realizan sus prácticas y tesis de licenciatura”.
Biólogos, motoristas, patrones y más
En este centro de la enseñanza técnico-profesional –único de su tipo en el país- se estudian otras dos especialidades: Motorista Naval y Patrón de Segunda.

“Contamos con una filial en Manzanillo, donde los alumnos de la zona oriental cursan estas dos carreras. En cambio, a la Biología Pesquera solo puede estudiarse en Mariel”, especifica Milervis García Casanova, jefa del departamento de Formación General.
Desde la última semana de agosto, comenta, no ha cesado el ajetreo en la entidad. “Más allá de la preparación de la presente etapa, nos enfrascamos en actividades de limpieza y chapea, así como la organización de las diferentes áreas, aulas y dormitorios, para darles la bienvenida a los educandos. Le conferimos una gran relevancia al cuidado de nuestro entorno, sentir que trasmitimos a cada alumno”.
De las características que deben poseer quienes por cuatro años harán de la escuela su propio hogar, bien conoce Waldo José Brown, jefe del departamento de Internado. “Los hombres y mujeres de mar deben ser disciplinados. Se requiere que el personal sea altamente responsable; por ejemplo, un patrón de segunda realiza una encomiable labor en un buque, de ahí que es vital poseer estas características”, insiste.
Una inversión que incluye la reparación e incremento de capacidades en el docente y las áreas de alojamiento, entre otros objetos de obra, revitalizará aún más la instalación educativa, donde, “además de la formación en estas carreras del curso regular diurno, ofrecemos capacitaciones”, asevera Milervis.
Sobre los llamados cursos OMI (Organización Marítima Internacional) conversamos con Eduardo Santos Díaz, quien está al frente del departamento de Cursos marítimos. “En este momento tiene lugar uno de tres semanas de duración, que contempla la formación básica en aspectos de seguridad, la suficiencia en el manejo de embarcaciones, entre otros elementos. Han sido de gran aceptación los correspondientes a Servicio de alojamiento y Marinero de servicio y Cocina”, afirma.
“En octubre del año pasado empezaron los cursos por convocatoria, es decir, que ya sin estar vinculadas a una empresa o esta requerir la superación del trabajador, las personas interesadas pueden optar por nuestros cursos”, añade.
Descubrir una oportunidad
El IMP cuenta actualmente con 170 estudiantes (119 en Mariel y 51 en Manzanillo), quienes cursan el primer y cuarto año. Próximamente se graduarán 95, que están llamados a incorporarse a diferentes entidades del país.

De nuestra provincia, cinco alumnos cursan el primer año, entre estos Robert David Arango Cuevas y Yan Carlos Sardiñas Lockhart, residentes en Playa Baracoa, donde se vincularon a un proyecto que los condujo hasta la también conocida como Escuela de la Pesca.
Ambos sienten afición por el mar y querían aprender a bucear, por lo que hace unos años, cuando Víctor Arcia los inspiró a unirse a un club de buceo, no lo pensaron dos veces y se sumaron así a un proyecto que este lidera, y en el que se defiende el cuidado del medio ambiente, la limpieza del fondo marino y de los alrededores de la playa, entre otras acciones que contribuyen a este fin. Mediante el propio Arcia descubrieron la existencia de la escuela e hicieron lo posible por ingresar.
Como ellos, otros tantos alumnos tendrán la oportunidad de transitar por un sitio que justo este año celebra seis décadas y en donde la tradición perdura entre la gente de mar.