Del olor de los olores, el del pan, y el sabor de los sabores, el faisán. A este viejo proverbio finalmente le sacarán provecho en la UEB Michurin, perteneciente a la Empresa Avícola Artemisa, pues ya no solo venderán huevos y formarán pies de cría de faisanes, codornices y guineos, sino que comercializarán sus carnes.
La oportunidad motiva al colectivo. Saben que la carne magra, jugosa y sabrosa de esta ave es de las más saludables y valoradas mundialmente; muchos la consideran mejor que la de pavo, debido a sus nutrientes y proteínas.
En el siglo XVI, los señores feudales y reyes europeos la apreciaban como un alimento exótico. Hoy la alta cocina la tiene entre sus preferencias por un sabor calificado de exquisito. Italia importa casi un millar de toneladas anuales. Y entre los grandes consumidores destacan España, Bélgica, Inglaterra, Dinamarca, Alemania y Holanda.
Así que el sendero abierto a esta unidad resulta muy prometedor, tanto para el mercado interno como más allá. Encima, parten con ventaja: en sus naves no solo crían unos 16 000 faisanes, sino también 40 000 codornices, 16 000 guineos e incluso un centenar de gallinas rústicas.
Oportunidades y desafíos
Pedro Domínguez Candelario, el director de Michurin, alude a la venta semanal en las ferias, de 20 cajas de huevos de codorniz a la población, junto con producciones del área de autoabastecimiento como aguacates, yuca, boniato, plátanos…
“Gracias a seis millones de pesos de financiamiento del Gobierno Provincial a un Proyecto de Desarrollo Local, muy pronto dispondremos de una minindustria, con losa sanitaria para sacrificar animales en la propia unidad (antes en San Antonio de los Baños) y comercializar la carne”, revela este directivo de dos décadas en la avicultura.
Afirma que el tanque séptico ya está comprado, y habrá un nuevo vial solo de acceso a la parte productiva.
Incluso prevén encurtir huevos, lo cual los hará muy atractivos para condimentar ensaladas o preparar aperitivos ricos y saludables. Los ofertarán en las ferias y, desde luego, planean exportar.
A Pedro lo distinguen sus bríos. Muchas veces, los sueños quedan al alcance, si te impulsas hacia donde están. Y las oportunidades suelen implicar desafíos. Cebar faisanes y guineos exige más atenciones aún, de modo que recuperaron cuatro cartones para el pastoreo, a fin de garantizarles aire, sol, hierba…
Igualmente planean sembrar otros 300 árboles, de moringa, morera y maracuyá, que aportarán más sombra y proteínas a los animales, comenta.
“Además, tenemos suficiente tierra y gente que la sabe trabajar. Cosechamos yuca, boniato, plátanos, aguacate, berenjena… Del ordeño de las vacas les vendemos leche a trabajadores, a seis pesos el litro. Estamos resembrando café robusta, y contamos con cuatro hectáreas pobladas de coco, mamey, caimito, mamoncillo, chirimoya, guayaba…
“Por supuesto, estamos mejorando la eficiencia en los renglones principales. El objetivo es generar cada vez más ingresos entre todas nuestras producciones y lograr el pago diferenciado, a destajo”.
En medio de esa efervescencia, rescataron la cerca perimetral y el distintivo palomar a la entrada del centro.
Cuidados y reglas
Ana Rosa Río Rodríguez lleva 26 años en Michurin. Lleva en la piel su oficio de navera, junto a “cicatrices y arañazos de faisanes y guineos, incluso en la cara. Me gusta mi trabajo. Hasta hablo con ellos. Les digo que se porten bien. Yo atiendo las cuatro casitas de codornices. Entro y no se espantan; me conocen por el olor”.
Eso lleva sus pasos cada mañana donde esas aves; según ella, “aunque llueva, truene o relampaguee”.
Otra enamorada de esas faenas es Rosa Montano González, la técnica veterinaria. “Llegamos bien temprano en la mañana. Se activan las cajuelas. Nos cambiamos la ropa y el calzado. Revisamos la mortalidad, que este año se ha comportado bien, y entonces les repartimos el agua primero (para que se hidraten) y el alimento.
“Recogemos los huevitos y se seleccionan según el tamaño, además de si están rotos, sucios o cascados: unos van a planta y otros al mercado. Luego se envasan, contabilizan y nebulizan los que irán a la planta.
“Ellos mismos te dicen cuando tienes que darles calor; el guineo no requiere tanto como la codorniz y el faisán, incluso se despega del calentador”, sostiene.
Rosa se equivoca muy pocas veces en el diagnóstico de las enfermedades de estas aves, por lo aprendido en clases… y en el terreno. Por eso asegura que el personal que las atienda debe ser el mismo, porque lo identifican.
Cada oficio tiene sus reglas, sobre todo este de aves de bello plumaje y huevos de cascarón duro, de cacareo y cloqueo capaz de espantar a los roedores, de carnes exquisitas, rica en proteínas y nutrientes. Cada oficio tiene sus peculiaridades y rigores, principalmente este de gente empeñada en cuidar aves con esmero.
Bien saben los 31 trabajadores de Michurin cuán codiciada es esa que los antiguos griegos bautizaron según el nombre del río Fasís, donde las cazaban, o cuán gustados son los huevos de codorniz. Ya emprenden un camino que los llevará a producir más, a vender sus carnes y huevos encurtidos, a realizar sueños con sus propias manos.