En ella se funde la magia de las palabras y el sentimiento. Escuchar la pasión con la que habla, pero, sobre todo, vivirla en cada propuesta, es descubrir a uno de esos seres que tocan con el alma cuanto hacen. Esperancita es puro arte, es cultura.
Cuando a inicios de la década del ’80, la entonces joven recién graduada de Sociología inició su vida profesional como subdirectora técnico–artístico de la Casa de Cultura Municipal de Mariel, no imaginó el camino a transitar.
“Encontré en la cultura la oportunidad de desarrollarme como socióloga, mediante la interacción constante con diferentes grupos etarios, la investigación, y participación en eventos científicos. Tenía en cuenta gustos, intereses, necesidades y preferencias de la población, de ahí que me resultó útil lo aprendido en la carrera”, asegura Esperanza Díaz Cabrera.
Poco tiempo después, en mayo del ’85, asumió la dirección de la Casa de Cultura de Cabañas, lugar del cual no ha podido desprenderse y donde su huella es evidente. Muchos han sido testigos de tanta perseverancia, y un reconocimiento entregado hace apenas unos días por la Dirección de Cultura y el Departamento de Casas de Cultura, vuelve a sorprenderla: por primera vez Artemisa otorga el Premio Provincial Cultura Comunitaria, y en la categoría de Personalidad, por la obra de la vida, le fue conferido el galardón a Esperancita.
“Más que directora siempre he sido promotora cultural.
Durante 41 años dedicados a esta profesión he recibido numerosas distinciones. Esta, especialmente, me estremece, pues reconoce cuanto he realizado en aras de la cultura comunitaria en Mariel, específicamente en el poblado de Cabañas”, señala.
“He trabajado con el aliento, la fuerza, el empuje, de los pobladores de Cabañas. Antes de que llegara el reconocimiento, ya me sentía premiada: tenía el de gran parte de mi pueblo”.
Recuerda, además, con especial agrado, el momento en que la reconocieron como cuadro destacado del Estado, así como la condición de Hija Distinguida de Mariel, la Medalla Raúl Gómez García, y el sello del Laureado, entre otros tantos que hablan de su dedicación.
“El trabajo en el sector no es estático. He aprendido de gente de pueblo, de quienes han laborado conmigo, los aficionados, los instructores y he incorporado las vivencias positivas a mi quehacer. El día a día ha sido la escuela”, insiste.
“Hay que estudiar, superarse, tener arte y oficio, y el primer convencido tiene que ser uno mismo. Cuando cambia el escenario, tienes que cambiar tú, y lo que hacía de una forma lo hago ahora de otra, acorde al momento, pero no lo dejo de hacer.
“Lo he dado todo o casi todo. No es un trabajo de una sola persona, durante todos estos años me ha acompañado un equipo incondicional, que ha estado a mi lado en los reveses y victorias. Esta Casa es mi vida, matizada con colores, música, versos, con mucha alegría y paz.
«Siempre se puede hacer arte y cultura, más allá de las limitaciones. La vida es, sin dudas, el acontecimiento cultural más hermoso. Mientras haya vida hay creación, y mientras haya creación hay arte y cultura».