Ser un promotor cultural, sentirlo profundamente, no nace por el hecho de ocupar este o aquel puesto o cargo en una institución, sino porque fuerzas más profundas y convincentes te inspiran a serlo contra viento y marea.
Así ha sucedido con Alberto Izquierdo Pérez, un museólogo de Bauta, quien por espacio de varios años asumió las direcciones de la Casa de Cultura Mirta Aguirre (1985-1987) y la dirección municipal de Cultura (1987-1994), y desde allí regó el arte y la literatura por todos los senderos y espacios de este municipio artemiseño.
Alberto, imparable conversador, admirador de la intensa obra de los Beatles, Serrat, Sabina, Silvio y Pablo, está en completa sintonía con esa verdad que lo llevó a actuar así. “Para ser un buen promotor lo primero es amar la cultura, vivirla y entregársela a la gente de forma sincera. Si no la amas, no darás ni un paso adelante”.
Por eso cuenta, como si volviera a vivirlo, aquellos años cuando, a diferencia de ahora, apenas se hablaba de los llamados barrios vulnerables, pero hacia estos partía Alberto rodeado de decenas de creadores profesionales y aficionados, para ofrecerles arte a quienes, a pesar de sus carencias, los recibían con los brazos abiertos.
“Todos éramos uno”, confiesa mientras recuerda a protagonistas de esta aventura, como Israel Fernández (Cachy), músico, compositor y director del grupo Kchiván recientemente fallecido.
A golpe de guaguas, carretas y camiones, poetas repentistas, conjuntos musicales, bailarines, comparseros, tocadores de música española, bibliotecarios, humoristas… armaban una caravana que tenía en Alberto no al funcionario, sino a quien se sentía uno más en aquella odisea artística hasta cada rincón de Bauta.
Alberto va pronunciando nombres de creadores y colaboradores que dieron lo mejor de sí en aquellas caravanas y en otras plazas, y no encuentra palabras para describir cuánta alegría le regalaron a sus coterráneos. Son decenas, imposible citarlos a todos.
Ya fuera como organizador, humilde participante o contribuyente, siente la satisfacción de haber sido parte de eventos como el Taller Orígenes en Bauta, conducido por María Virginia Pérez y Silvia Amaro, o de las actividades del Club Unesco en este municipio, pretexto para convertir el casco urbano bautense en una emotiva plaza cultural.
Licenciado en Historia y Ciencias Sociales, Alberto Izquierdo ama la docencia, la cual debió abandonar cuando un riesgoso nódulo apareció en su garganta. Era un problema de salud que también le tronchaba su gran sueño: ser locutor, oficio que brevemente pero con mucho placer había desempeñado en la emisora Radio Ariguanabo.
Como nada en el mundo de la cultura le era ajeno, incursionó en la actuación humorística, en la obra La hora de los mameyes, y de este universo guarda un recuerdo especial de la generosidad y el encanto del actor, director y maestro argentino Osvaldo Dragún, director de los talleres impartidos en la Escuela Internacional de Teatro, en Machurrucutu.
Con ese humor siempre a mano, confiesa que, dentro de la locución, prefería la animación, más creativa, espontánea y favorecedora de mejor conexión con el público, aunque está seguro que, pese a su pasión por el deporte, jamás se hubiera destacado en la narración deportiva.
Precisamente, de su pasión por el deporte da cuenta la invitación que, durante el Mundial de Fútbol de 2018, le hiciera al entonces embajador brasileño en Cuba, Antonio Alves Jr., para disfrutar en Bauta, en compañía de cientos de fanáticos locales, del partido entre Brasil y Serbia, invitación a la cual accedió gustosamente el embajador.
Acerca del promotor cultural, sus palabras son sencillamente indiscutibles. “Si tomas este oficio por un salario, nunca llegarás a ninguna parte; no le darás un beneficio a nadie. La cultura se lleva en el corazón; entonces, sientes deseos de que otros muchos la disfruten contigo… y trabajas con gusto para ese fin tan hermoso”.