No hay nada más dulce que un café amargo, afirman sus defensores. Para los cubanos, es la mejor manera de comenzar un buen día. A sus productores les regalaron incluso un sustancial aumento del precio de compra, pero a las empresas procesadoras esa medida les ha generado pérdidas, y habrán de compensarlas de una manera inusual.
Si antes su única preocupación consistía en acopiar el grano, reducirle la humedad, molinarlo para quitarle la cáscara, clasificarlo de acuerdo con su tamaño y eliminarle los defectos por peso (granos verdes, partidos o conchas) y color (negro, blanco, fermentado y canario), hoy deben también hacer carbón, recoger palmiche, vender yaguas, arroz, mameyes… para mejorar sus ingresos.
Ya no basta con beneficiar el producto de las cinco despulpadoras de Occidente, tres de Artemisa y dos de Pinar del Río; no les queda otro remedio sino diversificar producciones, pues el fruto originario de las tierras altas de Abisinia, actual Etiopía, les depara pérdidas.
Bien lo ilustra Carlos Espinosa Piedra, director de la Procesadora de Café Luis Bocourt, en Bahía Honda.
“Con el objetivo de acopiar todo el grano, el Estado subió el precio de compra a los productores, sin tener en cuenta la cadena de valores del café, el cual requiere un proceso de tratamiento. Así que compramos la tonelada de café arábico a 149 000 pesos y la vendimos a 71 939; la de Robusta a más de 83 000, y percibimos 46 200 por su venta.
“Las pérdidas en 2021, debido a la diferencia de precios en la compra y venta, ascendieron a más de nueve millones de pesos”, revela.
Sin renunciar a más café
Dicen que la ventaja del café es que siempre te da los buenos días. Tras continuos análisis, el Ministerio de Finanzas y Precios aprobó al Grupo Agroforestal (GAF) subsidios para las diversas procesadoras del país, “una cantidad ascendente a 419 millones pesos, de la cual recibimos tres millones 606 700 pesos”.
Elexis Legrá Calderín, director de Café, Cacao y Coco del GAF, confirmó a el artemiseño que “se volverá a aprobar un nuevo subsidio, pero no al producto, sino destinado a honrar los compromisos con los productores y el banco.
“Las empresas continuarán con pérdidas por la diferencia de precios del café, lo cual limita la aplicación de estímulos salariales, pagos diferenciados o distribuir utilidades. Nuestra estrategia radica en promover la diversificación e incrementar las exportaciones, para obtener más ingresos”.
Así que en la procesadora ubicada en Bahía Honda toman el camino de la diversificación, en busca de la rentabilidad.
“Por supuesto, eso no entraña una renuncia a cosechar cada vez más café. Nos proponemos acopiar más de 200 toneladas en 2023. Ya creamos una UEB cafetalera administrada por el EJT, en La Palma, Pinar del Río. El 30 de octubre nacerá otra en Sabanilla, San Cristóbal. Y antes del próximo viernes 26 debemos constituir la Empresa Filial de Café de Pinar del Río”, subraya el director de la Luis Bocourt.
“Este año se exportaron 36 toneladas nuestras hacia Holanda y Japón: 18 de Serrano Superior e igual cantidad de Serrano Lavado. El plan del año asciende a 54. Las otras 18 corresponden a la cosecha que comenzará en septiembre”, agrega Iván González Costa, jefe de producción.
“Pretendemos convertirnos en una empresa exportadora, aunque esa aspiración no se concreta aún; por ahora, lo hacemos mediante Cubaexport.
“Hemos dedicado a los productores 92 980 en CL (Capacidad de Liquidez, un instrumento de control de cambio de divisas), para que compren baterías, limas, herbicidas… También organizamos ferias o ventas directas de los insumos que tenemos en almacén”.
“Pero en la actualidad la producción principal de la empresa representa el 20% de los ingresos (apenas 11 de los 45 millones de pesos).Y la diversificación ha permitido reducir la pérdida planificada, de seis millones a poco más de tres”, revela Lázaro Proenza, económico de la entidad.
La hora de los mameyes
Gelasio Rivera cargó de espíritu al colectivo de la granja Rancho Canelo, en el corazón de las lomas de Bahía Honda, a casi 40 kilómetros de la cabecera municipal, y donde crecía la maleza se irguieron vistosos cafetales: le arrebataron al monte más de 200 hectáreas que poblaron de cafetos.
Sus sueños se multiplicaron en miles de latas llenas de granos, con un crecimiento sostenido.
Entonces, la granja pertenecía al Minint. “Llegamos a tener 170 trabajadores, y nos quedamos con 34, debido a las dificultades para atenderlos como merecen”. Hasta hace poco contaban con 70. “Disponer de la fuerza laboral suficiente se ha complicado sobremanera”.
Desde luego, solo los resultados de trabajo transformarán ese panorama. En medio de tal empeño, se han convertido en artífices de la diversificación.
“Estamos desmochando palmiche y enviándolo al Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC)”. Es la base para elaborar el prometedor Palmex, un suplemento nutricional muy eficaz que alivia los síntomas de la hiperplasia prostática benigna.
Cada mes entregan de dos y media a tres toneladas, que les deparan unos 50 000 pesos. También lo venden en el propio pueblo, e ingresan entre ambas ventas unos 70 000 pesos.
José Amador y Carlos Cavada trepan por el tronco de las palmas hasta alturas de 25 a 40 metros. Con Isael Figueroa, Mario Luis Valido y Roberto Travieso, han hecho del palmiche un rubro distintivo de la empresa bahiahondense.
Una brigada más pequeña recoge y vende yaguas en Bahía, que les reportan de 15 000 a 20 000 pesos. Y otros cinco siembran yuca, boniato, arroz… para el autoabastecimiento, la venta a los trabajadores y una parte a la población.
Entre todo, sobresale otro renglón: el mamey. En la fecha precisa y luna menguante han acopiado tales cantidades que rebasan ampliamente los 55 000 pesos. Y hubiera sucedido de manera similar con el mango, de no ser por el azote de plagas y la falta de corriente en la industria.
“Estamos batidos con la cría de cerdos de capa oscura. Para diciembre esperamos tener más de cien. Hemos vendido mucho jengibre. Y disponemos de buenos viveros de café. Planeo vender entre 13 000 y 15 000 posturas de Robusta para la siembra en el llano”, declara optimista Gelasio.
Cualquier artemiseño sabe que Angerona (a las afueras de la cabecera provincial) llegó a ser el cafetal más grande del país, y Cuba el primer exportador mundial a inicios del siglo XIX. Sin embargo, de producir anualmente 62 000 toneladas en la década del ’60, pasó a acopiar apenas 6 000 e importar 8 000 anuales para garantizar el abastecimiento a los núcleos familiares.
Para revertir esa situación apelan a la tenacidad, a diversificar y valerse de cuanta estrategia se traduzca en ganancias y motivaciones. Por estos lares, cada sorbo de café sabe a tropiezos y aciertos, a encantos e ideas.