Orlando Orero Aguilar permaneció años con el trípode al hombro, marcando terreno para sembrar cortinas rompevientos, en áreas del antiguo Plan Piña, próximo al reparto rural El Campismo, en San Antonio de los Baños.
Como topógrafo, marcó muchos puntos en proyectos innovadores que comenzaban a surgir, entre ellos el conocido Plan Plátano, de notable fuerza entonces en Alquízar, alto productor de alimentos agrícolas.
Luego, en la década del ’70, cambió el trípode por una motosierra, y desde entonces es su fiel aliada.
“No sabía manipularla. Nadie sabía. Eran las primeras en llegar a la empresa. El jefe dijo que me darían una capacitación y me pondría al frente de una brigada. Pusieron a mi disposición un camión y un grupo de hombres que sabían lo engorroso de la tarea: en muchos lugares hacía falta cortar madera, y eso no es faena sencilla.
“Eran tiempos de arrojo. Lo mismo manejaba el transporte que mecaneaba la motosierra, y mire que nos movíamos lejos… Recuerdo la zona de Boca Ciega y Guanabo, allá por los ’80, cuando recibimos la misión de cortar los pinos casuarina, porque sus hojas y frutos contaminaban la arena de la playa.
“Nuestro trabajo es de alto riesgo. A veces nos toca desmantelar las arboledas derribadas por un potente ciclón, y las ramas están mezcladas con el tendido eléctrico y los cables telefónicos”, explica mientras muestra una herida en su mano izquierda, muy próxima a los tendones, que pudo propiciarle una discapacidad.
Pero no siempre se corta la madera ante la presencia de eventos hidrometeorológicos. También se hace de manera planificada en forma de bolos para aserrío, de donde salen piezas con disímiles usos, o el corte rollizo que tanto se utiliza en las casas de tabaco.
“Como mecánico de motosierra cumplí misión en Nicaragua, a través de una brigada encargada de un desmonte, en los sitios intrincados donde, con posterioridad, construyeron viviendas para los miskitas.
Orero Aguilar está vinculado a la UEB Ariguanabo, perteneciente a la Empresa Agroforestal Costa Sur, donde varias brigadas se encargan de reforestar, e impulsan lindos proyectos como Manglar Vivo, en zonas de Cajío y Guanímar, o actualmente en áreas aledañas al Paisaje Natural Protegido Valle del Ariguanabo.
Aunque por edad bien merece disfrutar de su jubilación, él prefiere seguir allí, enfrentar las dificultades en adquirir partes y piezas, y ejercer como mecánico de motosierras, para mantenerlas funcionando, en un oficio quizás diferente pero igual impregnado del olor a árboles.