Sin desconocer el peso de la tradición heroica de los artemiseños, en el aniversario 50 del 26 de julio en 2003, aspiramos a la sede provincial de los festejos, por los resultados sociales, económicos y productivos de la Villa Roja.
Había una fuerte emulación entre los organismos de la otrora provincia La Habana en busca de esa distinción, “lo cual nos llevó a un movimiento político productivo”, recuerda Orlando Álvarez Acosta, primer secretario del Partido en Artemisa en aquella época.
“El sacrificio de los colectivos laborales nos permitió ubicar 17 direcciones entre el primer y el tercer lugar por ministerios. Algunas fueron la Agricultura, Deportes, Vivienda, Cultura, Cimex, Comercio Interior, Construcción…; mientras, San Antonio de los Baños, Madruga y San José de las Lajas destacaron en la avanzada”.
¿Por qué no festejar en el Mausoleo?, interrogo a mi entrevistado, quien se remonta al contexto de la Batalla de Ideas, cuando se organizaban grandes concentraciones y tanto los dirigentes como el pueblo estaban entrenados en movilizaciones.
“Decidimos hacer un acto a la altura de la fecha. Puedo asegurarte que participaron más de 40 000 habaneros, y una actividad de esa magnitud no podía hacerse allí.
“Además, el Mausoleo recibía acciones de mantenimiento para homenajear a los combatientes. Había que escoger un lugar apropiado, e identificamos un solar yermo a la entrada del municipio, siempre enyerbado y lleno de basura.
“Diseñamos y construimos la Plaza donde tendría lugar el acto del territorio, lo cual, de paso, propició transformarlo de manera definitiva.
Todo ocurrió en tiempo récord, solo 15 días entre la decisión y el suceso.
“Al frente del proyecto estuvo Leticia Martínez, actual presidenta de la Unión de Arquitectos e Ingenieros en la provincia, en tanto la parte ejecutiva la lideró Pedro Domínguez, director de la Fábrica de Fibrocemento Mario Echevarría”.
Ardua faena la de aquellas jornadas caracterizadas por el movimiento de tierra y el relleno de esa zona baja, así como el reto de materializar un sitio integrado al complejo monumentario, que va más allá del Mausoleo y contempla los túmulos ubicados hasta Guanajay a la derecha de la Carretera Central, en alegoría a los jóvenes que partieron rumbo a la inmortalidad.
“De ese modo se concibió su estructura, muy cerca de las fotos de los mártires, con un cubo similar a las piedras de los túmulos y al vitral. Además, hicimos coincidir elementos naturales con símbolos históricos: 28 palmas en la calle trasera, lo que refería la cantidad de participantes en las acciones, y sembramos otras 17 al lateral, el mismo número de artemiseños caídos antes del triunfo de la Revolución”.
Se inauguró el 23 de julio de 2003, y el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez, hijo de esta tierra fértil, pronunció las palabras centrales, que luego pudieron leerse en el periódico el habanero.
“Nos acompañaron moncadistas y familiares de los mártires. Recorrimos obras, se reinauguró el Batido de plátano y abrimos nuevos servicios en el hospital Ciro Redondo. Pero, algo trascendental fue el hecho de engalanar cuadra a cuadra, a partir de un movimiento político genuino caracterizado por la participación masiva.
“Al día siguiente partimos hacia Santiago de Cuba, donde tuvo lugar el acto central nacional, y La Habana obtuvo la condición de Destacada”. Esta fue su primera visita a la ciudad indómita, un indiscutible honor para Orlando, quien aún sirve a la Patria y colabora en el rescate de la historia.
Los q estuvimos en la dirección del partido de Artemisa en ese 50 aniversario no descansamos durante dos meses pero hoy, casi 20 años después, aún nos regocija el esfuerzo y el entusiasmo de aquellos días. La escuela Aniversario 50 es testigo del esfuerzo del pueblo artemiseño en aquella ocasión. Una escuela pedida por Fidel meses antes y construida en tiempo récord.