Salió a buscarla, luego de verla pasar en patines detrás de una bicicleta a los cuatro años de edad. Emely Gutiérrez Cabo apenas reía ni conversaba con amigos. Su excesiva timidez la había apartado hasta de la familia y solo quedaba esta diversión en ese universo tan limitado.
Cierto, Wendy Fraga Duquesne, entrenador de patinaje del Combinado Deportivo #2 Reinaldo Pérez Castro, en Artemisa, tiene ojo clínico para cazar talentos sobre ruedas.
Lleva casi 14 años en esta disciplina, en la cual empezó inspirado en su tía Juana Duquesne Gómez, exatleta del equipo nacional, a quien el muchacho acompañaba a sus entrenamientos en la Ciudad Deportiva.
Wendy ha impartido clases a los niños de etapa escolar (mayores de 12 años), pero confiesa su predilección hacia los pequeñitos. “Disfrutan y se entretienen, sin muchas exigencias”.
A lo largo de este tiempo ha formado una familia, ha guiado a un buen número de niños a la Escuela de Iniciación Deportiva, y su labor reluce tanto como las medallas al cuello de varios de los más aventajados.
Sin embargo, “la mayor dificultad radica en adquirir los patines. Cuando un niño cambia los suyos por otros mejores, esos pasan a ‘nuevos pies’, para nunca desaprovecharlos. Las gomas sufren demasiado, pues un juego no rebasa los seis meses, menos sobre el concreto de la Plaza Cultural, que hemos convertido en nuestra pista”.
Nuestros Cazadores sobre ruedas, como se denomina el equipo, han debido enfrentar vicisitudes de toda índole. “Primero entrenábamos en la vía pública, hasta que un incidente nos hizo trasladarnos al parqueo detrás del estadio. El lugar carecía de condiciones, pero logramos formar buenos muchachos en las categorías escolares y juveniles, e incluso ganaron torneos por equipos”.
Wendy aún no era licenciado, lo cual le impidió continuar. “Entonces decidí ir a la base a trabajar con los niños”. Se mudó al Parque Libertad; mas, el lugar se llenaba debido a la apertura de la zona wi-fi”.
Un accidente provocó que el joven profesor subiera hasta la Plaza Cultural, institución muy alejada del centro de la ciudad, lo cual desalentó a varios integrantes. “Me quedé prácticamente solo con unos pocos niños”.
Además de la distancia, Wendy destaca el sacrificio sistemático de los atletas y familiares para obtener resultados, pese a los raspones y heridas comunes en un deporte de alto riesgo y belleza.
Preseas de la constancia
Emely no solo puede contar sus amistades, sino también los reconocimientos. Este año obtuvo bronce en el evento Roberto “Chocolate” Herrera, junto a su compañero de equipo Carlos Alejandro Martín Cintado, en la categoría pre infantil.
El certamen reúne cada año a un sinnúmero de pequeños en el complejo deportivo Raúl Díaz Arguelles de La Habana, sin límites a la cantidad de concursantes, condición que lo complejiza con respecto a los Juegos Escolares.
El reconocimiento de esta pionera próxima a concluir el sexto grado, exigió dedicación extra para subir al podio en la categoría 11-12 años en los 100 metros.
Los chicos también han participado en la competencia de Cienfuegos y organizan su propio torneo, al que invitan al resto de los municipios y a exponentes de otros territorios.
A su lado siempre Dalila Cabo García, mamá de Emely e incansable coordinadora del grupo. Recuerda que varios niños empezaron como parte de un tratamiento médico. “Lo mismo por ser hiperquinéticos que autistas, el patinaje constituye un tratamiento a su enfermedad.
“En familia compartimos el botiquín, si alguno se cae; el agua, los patines…, hasta las medallas para una foto. Los pequeños admiran a los mayores, y se esfuerzan por llegar a ese nivel”.
Por si eso no bastara, Dalila y Wendy innovan implementos deportivos: plomadas para fortalecer las piernas, tablas de desplazamiento, una especie de paracaídas, son solo algunas iniciativas a fin de cubrir el déficit y practicar en casa durante la covid.
Uno de los inspiradores de la tropa, Chadián González Pérez, a sus 15 años se prepara como profesor de Educación Física. La motivación para dedicarse a esta disciplina surgió al contemplar a los chicos de su comunidad. La labor de Wendy y el equipo en el parque lo convidó a probar suerte.
“Quedé fuera del podio durante mi primera competencia en la Chocolate. A partir de ahí me propuse mejorar los resultados, y ya en un maratón en Guanabo coseché bronce. Intensifiqué el entrenamiento y fui al evento de Cienfuegos, donde conquisté tres oros y dos platas.
“Hay que proponerse los resultados, enfrentar el reto con mente positiva, entrenar fuerte y mantener el ritmo”.
Los éxitos de Chadián llevan también el sudor de su papá Félix Manuel González, quien lo ha acompañado a entrenar decenas de kilómetros por la Autopista y todavía sigue a su lado.
Al desconocimiento sobrevino el interés en mejorar la calidad de los patines, afirma Félix Manuel. “Sin pista especializada con peralte en las curvas, resulta muy difícil superarse; por eso los muchachos sufren lesiones al chocar con la de la capital. Sin condiciones hemos obtenido buenos resultados; ¿qué no haríamos de tener la pista?”, se pregunta el padre.
Mientras se aclara la interrogante, los Cazadores sobre ruedas dan rienda suelta a su delirio por el patinaje. Se dejan guiar por los ejemplos de Octavio Páez Albiza, Ray Blanco y otros talentos de este deporte aún incomprendido y relegado, al que restan por obsequiarnos muchas alegrías.