Confiesa que prefiere escribir libros donde se cuente la historia de Cuba y, en especial, la de nuestra provincia. Ahí están para probarlo Los trillos de la memoria, un grupo de relatos sui géneris sobre su participación en la lucha contra bandidos en el Escambray, y Artemiseños en Girón, sobre la amplia presencia de sus coterráneos en ese decisivo instante de la Revolución Cubana.
Sin embargo, cuando gira 180 grados sobre sus pasos de escritor, y cae en otro de los géneros que ha cultivado en estos últimos años, la literatura para niños, Pedro Bernabé Lorenzo Gómez alcanza el más rotundo éxito y la más completa aceptación, pues un ángel o un don especial favorecen su teclado al escribir para los más pequeños.
Baste señalar un par de títulos, Don Chivote de las Manchas y el muy reciente La laguna de los sustos, ambos publicados por la editorial Unicornio, para afirmar —sin exageraciones— que la literatura infantil cubana tiene en Pedro Bernabé a uno de sus colosos.
Me ha tocado en suerte, antes de que lleguen a la imprenta, revisar estos libros para niños y reportarle a Lorenzo las sugerencias y críticas que me han parecido de mejor provecho para la conclusión feliz de sus creaciones.
Nunca cabecea como toro bravo o se disgusta. No. Prefiere analizar y reescribir una y otra vez, como los grandes cuentistas, pues está seguro que la savia del buen relato se mantendrá, a pesar de que corte por aquí o agregue por allá, corrija un verbo o cambie un adjetivo.
Ver publicado y presentado en la última Feria del Libro en Artemisa el libro La laguna de los sustos (editorial Unicornio), me llenó de la misma satisfacción que se siente al publicar una obra propia.
La vi nacer, crecer y mejorar en cada nueva versión, y ahora vuelvo a reírme con las tropelías de Chivo Chulo, Gallo que ni canta ni se faja, Berrebé, Pollito anfibio y La lagartija sentimental, entre otros relatos breves, editados por Berkis Aguiar.
Lorenzo es una suerte de “Balzac caimitense”. Está energizado con tantas ideas, que puede escribir durante horas. Aunque ya a sus 72 y con una taquicardia que lo maltrata de vez en vez, debe tomarse la inspiración con más detenimiento y no escribir de manera infinita cada día.
No obstante, le pidieron hace apenas unos días un libro acerca del maltrato animal y, en breve, concluyó uno con varios relatos, sin demasiada ficción, que dejará sin aliento a los lectores, pues revela sin cortapisas con cuánta brutalidad cargamos aún y cuánto le debemos a los seres vivos que comparten con nosotros este planeta.
“He visto niños, y hasta niñas, que van a las peleas de perros, y a padres que, delante de ellos, practican la violencia más brutal contra los animales. Son temas de los cuales hablo con todos, con los niños, y hasta voy a la escuela a conversar sobre este asunto, que realmente me tiene muy preocupado”.
Lorenzo agradece que un día la locutora Idania Betancourt, especialista en trabajar para niños en Radio Artemisa, cambiara el título original de este libro, Cocuyo farolito, por el que ahora llega a los lectores.
El cambio favoreció la obra de un hombre que suele empaparse de los hechos más gloriosos u olvidados de la historia, y en otras ocasiones cuenta relatos que nos hacen reír de lo lindo… o pensar con detenimiento, seamos pequeños o adultos, pero, sobre todo, la ética acaba por decir la palabra más importante en cada uno de sus relatos.