Cuando se aproximan los meses de julio y agosto, etapa veraniega por excelencia en Cuba, muchas familias pensamos en cómo disfrutar al máximo ese período, posibilidad que nos ha negado la pandemia en los últimos años.
Los chapuzones en playas, piscinas y ríos, son una opción casi obligatoria para muchos, ansiosos de refrescar las altas temperaturas; también con frecuencia visitamos parientes radicados en sitios alejados, recorremos parques, museos… Los planes resultan diversos, en correspondencia con los intereses y posibilidades económicas de cada cual.
Ahora bien, la actitud precavida sí debería ser en todas las circunstancias un factor común. No me refiero a encarnar el papel de “aguafiestas” de la ocasión, sino a proteger la salud, nuestra más preciada riqueza, una lección que a veces parece no muy bien aprendida, pese a las tragedias vividas recientemente por la humanidad.
En nuestro país, gracias en buena medida a la estrategia de vacunación, el control de la covid permitió a las autoridades competentes flexibilizar los protocolos sanitarios para la enfermedad.
Sin embargo, no debemos olvidar la importancia del uso del nasobuco en áreas de aglomeración de personas, precisamente en meses que suelen aumentar los pasajeros en el transporte público y la afluencia de clientes a espacios recreativos de diverso tipo, sobre todo en los individuos vulnerables por sus padecimientos. Además, resulta aconsejable mantener el distanciamiento físico, cuando sea posible.
La desinfección frecuente de las manos, máxime en los servicios sanitarios y áreas de elaboración y venta de alimentos, así como la higienización de superficies de uso colectivo al menos una vez al día, es primordial. Estas prácticas nos protegen también de múltiples enfermedades como la gastroenteritis, recurrente por estas fechas.
Condiciones climáticas favorables para las bacterias, virus y otros parásitos, propician las llamadas enfermedades de verano, como las intoxicaciones, los golpes de calor, las erupciones en la piel, las quemaduras por el Sol y la otitis, entre otras.
Para evadirlas, evitemos salir durante las horas de mayor intensidad solar, exponernos a esta luz directa y a las zonas muy pobladas; debemos aumentar el consumo de líquidos, lavar y hervir los alimentos y el agua, consumir más frutas y verduras, usar sombreros, ropas de colores claros, y mantener limpio el hogar.
Otro asunto nada despreciable lo constituye nuestro comportamiento en la vía pública, ya sea como conductores de vehículos, pasajeros o transeúntes.
La dirección nacional de Tránsito y la Comisión de Vialidad implementaron nuevas medidas en función de reforzar la seguridad en el tráfico automotor, de cara a la etapa estival, cuando se prevé un incremento de la circulación vial y la transportación masiva de personas.
Pero el enfoque preventivo de tales autoridades necesita complementarse con nuestra responsabilidad individual como ciudadanos, para que sea efectivo.
El verano puede ser la etapa ideal para compartir tiempo libre junto a la familia y los amigos. Tomar precauciones para mantenernos saludables y disfrutar las vacaciones será, sin dudas, una actitud inteligente.