Maceo y Che, combatientes
de acentuada rebeldía,
nacieron el mismo día
en épocas diferentes.
Maceo sembró simientes
humanas en su conciencia,
y el Che, por la persistencia
de un empeño verde olivo,
presenció el definitivo
triunfo de la independencia.
Una paloma puntual
vuela cada vez que aclara,
de Rosario a Santa Clara,
de Santiago al Cacahual.
Lleva un mensaje especial
de campesinos y obreros,
diciendo que los primeros
fulgores de cada día
los hacen ser todavía
mambises y guerrilleros.
La historia los recibió
en su eterno paraíso.
Cada uno en su tiempo hizo
lo que le correspondió.
Por fin Maceo llegó
a la cola del Caimán,
pero el Che de fuego y pan
solo llegó a Santa Clara
para que nadie igualara
la proeza del Titán.