De cara a venideras citas internacionales es preciso fortalecer la preparación. Atletas y entrenadores del equipo nacional de canotaje realizan una intensa labor, a fin de lograr rendimientos acordes con los niveles competitivos, y potenciar una estrategia de desarrollo que permita recuperar el tiempo arrebatado por la covid.
“Nuestra primera meta consiste en alcanzar el máximo de participación en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile, en octubre de 2023. ¡Hasta 15 piragüistas podrían clasificar! Hoy tenemos solo dos, por lo que necesitamos obtener más cupos”, comenta Yosniel Domínguez Sánchez, jefe de entrenadores de la selección nacional.
“Iniciamos este ciclo con figuras jóvenes que requerimos asistan a eventos internacionales y adquieran experiencia en esos escenarios, siempre enfocados en los Juegos Olímpicos de París 2024.
“Este año la preparación ha sido buena. Hicimos una base de entrenamientos en Hanabanilla, Villa Clara, como es tradicional en los primeros meses. Y estuvimos en México como parte del entrenamiento en altura. Luego regresamos a La Coronela y continuamos con vistas a las Copas del Mundo, donde obtuvimos el mejor resultado histórico de Cuba en esos certámenes”, señala Domínguez.
La selección consta de 40 integrantes: 18 de canoa y 22 de kayak, e iguales cifras corresponden a la composición femenina y masculina, respectivamente. Siete entrenadores procuran brindarles las herramientas necesarias. Cuentan, además, con un equipo multidisciplinario conformado por un médico, un fisioterapeuta y un psicólogo.
Sobre cómo afectó la pandemia a este colectivo con sede en la Escuela Nacional de Remo y Canotaje José Smith Comas, ubicada en Caimito, asegura que “al detener su práctica, en los deportes de resistencia se torna muy difícil rescatar a todos los atletas, conferirles un elevado nivel y llevarlos a eventos competitivos internacionales.
“No es una disciplina que puedas ejercitar en casa: tienes que estar sobre una embarcación y necesitas de espacios adecuados para los entrenamientos.
“También perdimos posibles captaciones. Incorporamos a los muchachos a la selección entre los 15 y 17 años. Sin embargo, transcurrieron dos años, y quien tenía una oportunidad creció y no pudo ingresar; para lograrlo tendría que mantener un nivel alto, y no era posible porque no estaba entrenando”.
Asimismo, resaltan diferencias de resultados entre la canoa y el kayak. “La mayoría de los deportes requieren la estabilidad de un grupo de atletas. Si deportistas con alto nivel salen de la preparación, no te permiten estabilizar un equipo. Se forman con años de antelación; al dejar el colectivo, obligan a trazar nuevas estrategias, y no es tan sencillo. Así el kayak se ha afectado más que la canoa.
“Estamos encarando los eventos con atletas muy jóvenes. El promedio de edad del equipo está alrededor de 20 años, y eso puede ir en contra de los resultados; necesitamos tiempo para trabajar, pero creemos que podemos alcanzar nuestros objetivos”, insiste.
A la vez, muestra preocupación por las captaciones locales. “Actualmente Artemisa no promociona atletas al equipo nacional. La otrora provincia La Habana llegó a cubrir la mitad de los deportistas de la selección: ahora no tenemos ninguno. Entre los que más aportan están Villa Clara, Cienfuegos y Matanzas”.
Garantizar la continuidad en un deporte insignia como el canotaje ha de ser tarea de cada día, y un afán de sumar voluntades e ideas por recobrar ese sello de identidad.