Las madres son el comienzo de la vida, la protección, la alegría y la esperanza. Un puerto seguro, una mano fuerte y cálida. Mezcla de coraje, sensibilidad, sabiduría y amor.
Hasta en las más antiguas civilizaciones fueron objeto de culto y homenaje. ¿Quién no ha escuchado o leído sobre Isis, diosa de los egipcios; o sobre Cibeles, en Grecia?
A lo largo de la historia, las sociedades encontraron la manera de ofrecer respeto eterno a esos seres especiales que, ausentes o presentes, caminan junto a nosotros.
Un propósito similar tuvo en Artemisa la colocación de monumentos dedicados a la figura materna, entre las décadas del 30 y el 50 del siglo pasado, comenta Reveca Figueredo Valdés, jefa del Departamento de Patrimonio de la Dirección Provincial de Cultura.
“La mayoría fueron esculpidos por notables artistas de la época, con la iniciativa de las Logias Masónicas; también destaca la construcción en 1939 de un enclave especial, en Bahía Honda, por orden de José Manuel Casanova Diviño, conocido como el Zar del Azúcar.
“Si bien no es un fenómeno exclusivo de la región, fue Bauta en el Occidente uno de los primeros municipios de Cuba en ubicar una escultura alegórica para honrar a las madres, justamente en el paseo Sardiné”.
Tanta luz emana de la mujer creadora, que ni siquiera importó el desapego de los gobiernos republicanos; bastó con el don de los artistas y las cuestaciones populares, para erigir tan simbólicas esculturas.
Con un estilo muy parecido a un busto o una advocación a la Virgen María, vigilante siempre con el hijo en brazos, estas figuras se hallan en parques y lugares céntricos, como expresión del rol de las madres al medio de la vida social, económica y cultural de los pueblos.
Influyó notablemente la explosión de estilos escultóricos durante la época republicana, así como el surgimiento de nuevos símbolos en la construcción de nuestra identidad, explica Figueredo Valdés.
Célebres artistas artemiseños como Abelino Pérez, Israel Córdova y Enrique Lombarri, esculpieron algunas de las obras que se muestran en los 11 municipios, casi siempre ejecutadas con buenos materiales como el mármol.
Fue una elección atinada. Tal como las esculturas talladas en esa piedra sólida y durable, el amor por las madres ha sobrevivido la prueba del tiempo y las dificultades.