Son muchas horas y el sufrimiento no ha querido desvanecerse. Sigue dando vueltas por nuestra mente, fatídico; en pantallas de teléfonos, noticias, voces o historias que vienen y van como sonidos de sirenas anunciando adversidad.
Mayo regresa oscuro para los cubanos con la repentina explosión en el hotel Saratoga de La Habana. Nos devuelve similar dolor al que sentimos tras la caída de un avión o el colapso de un auto en un área del malecón años atrás, este mismo mes, coincidentemente. Estremece, late fuerte y agita. Rebota y arranca los sueños de niños, jóvenes y adultos, que vivieron horas de desespero o se apagaron para siempre -al instante- bajo escombros.
Aseguran quienes estuvieron cerca que la céntrica esquina de Prado y Dragones no volverá a ser la misma: florecerá allí un sitio de luto eterno, pero también de coraje y grandes remembranzas por el apoyo de todo un pueblo, la valentía de bomberos, el rápido accionar de autoridades o la singular firmeza con la que grupos de salvamento trabajaron sin importar el torpe paso de las horas.

Hasta allí llegó como muestra de la solidaridad, un grupo de compañeros que integran de forma voluntaria la Cruz Roja en la provincia de Artemisa. No dudaron en acudir pese a lo difícil que se hace intervenir en puntos específicos. Nos cuentan, con el pecho apretado, sobre los sentimientos que brotan, la satisfacción de saberse útiles o la frialdad con que la muerte envuelve a las víctimas.
“Fue un viernes como otro cualquiera, al conocer la noticia y la necesidad de colaboración acudimos de inmediato. Salimos custodiados por motorizadas de la provincia; con nosotros también iban mujeres y muchachos jóvenes especializados en las distintos frentes de salvamento, no obstante, teníamos preocupación por lo que significa para Cuba un suceso de este tipo”, dijo en entrevista telefónica José Fuset Cordero, jefe de operaciones, socorro y seguridad acuática de la Cruz Roja Artemisa.
“Llevamos casas de campaña, botiquines, camillas ligeras, collarines cervicales y otros implementos que nos permiten éxito y seguridad durante las faenas de rescate. Ver tantas imágenes, estar cerca del pueblo y asumir sin reproche alguno será una experiencia inolvidable para nuestro equipo.
“Todos no estamos acostumbrados a enfrentarnos a este tipo de situaciones extremas, pero puedo asegurar que nuestra gente, en su mayoría voluntarios, se ha crecido y permaneceremos en la zona hasta que la misión esté cumplida”, aseveró Fuset Cordero.
“Jamás en la vida había visto algo así” dicen otros consternados por el ambiente y la presión que se respira a pocos metros del Saratoga. El sótano y el subsótano exigieron demasiado arrojo en las últimas horas, mientras dos mujeres –a toda marcha- conmemoraron el Día de las Madres lejos de sus hogares, quizás afligidas de dejar a seres queridos para ayudar a uno jamás conocido.
Y en medio de la angustia que generan sucesos como el de Saratoga, una familia vestida de rojo y plateado parte hermanada a servir con anhelo.
Quedarán en nuestros corazones sus proezas, estampadas en circunstancias tan diversas que van desde correr, plegar una línea, atravesar escombros, levantar piedras a las manos, abrazar al herido… hasta devolvernos de a poco la fuerza a todo un país.
Los trabajadores de la salud del municipio Alquizar estamos dispuestos a ayudar en lo que se necesite a la hora que nos hagan el llamado, nuestro cuerpo de bomberos voluntarios ha demostrado la valentía que nos caracteriza