De pequeño, Ismael sabía que era diferente a los muchachos del barrio. Mientras unos sudaban tratando de pegarle a la pelota, él prefería los juegos de las niñas y se sentía atrapado por los detalles femeninos.
Creció carente de orientación sexual e incluso, en su etapa de transición de la adolescencia, tuvo intentos de relación con personas del sexo opuesto, creyendo quizás que reprimir sus sentimientos estaba acorde con las reglas que imponía la sociedad.
“Con 16 años no sabía qué significaba ser homosexual, transexual, transgénero, travesti o cualquier otro término de cuantos identifican a la diversidad sexual”.
Lo cierto es que Ismael nació con genitales masculinos, pero vivía con pensamientos femeninos.
El descubrimiento de Lola
“Hace siete años asistí a un espectáculo de transformistas y me sentí atraído por el vestuario y comportamiento del elenco. Ese mismo año, participé en un show por la jornada de lucha contra la homofobia.
“Mi personaje de Lola surge así, sin planificación, minutos antes de subir al escenario, donde actuaba por primera vez. Me preguntaron cómo quería ser presentada, y yo dije ‘Lola’, quizás porque de niño mi difunta abuela me cantaba mucho La vaca Lola”.
“Con el tiempo encontré espacio fijo en el proyecto Babilonia, de Güira de Melena, donde trabajo sábados alternos como artista fija del patio”.
Buscando una estrella
Muy pronto Lola comenzó a triunfar. Ya identificada como trans, ganó el concurso Buscando una estrella, que celebraba La Güinera, en Arroyo Naranjo, y a donde acudían muchos con el mismo afán de brillar por su belleza y destreza femenina.
En 2016, acudió al concurso Buscando la más bella esencia, que también ganó. Entonces decidió trabajar en La Habana, en espectáculos donde pudiera mostrar su arte. Y recientemente conquistó la corona del concurso Miss Cuba Continental.
Descubriendo esencias
Lola tiene 25 años, y apenas está descubriendo aquella pasión que desbordaba su alma, cuando de niña prefería los vestidos a los pantalones masculinos.
La curiosidad la llevó al Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), donde recibió orientación y le indicaron los análisis pertinentes para comenzar un tratamiento de hormonas.
“Ser trans es complicado. No todos aceptan que eres diferente. El tabú está ahí y te lo hacen saber, incluso con gestos, con simples miradas.
“Hay que reconocer, no obstante, que se ha avanzado muchísimo y tenemos a una sociedad menos homofóbica, capaz de compartir el mismo espacio con personas LGTB. Aunque todavía no sueño con ser mamá, respiro profundo de saber que quizás pronto estén cubiertos todos nuestros derechos a una sociedad inclusiva.
“Vivo con mi mamá y mi tío, que me han dado un gran apoyo. Con mi papá ha sido diferente, pero acabó por aceptar mi decisión; eso es suficiente.
“Somos libres de escoger el modo de ser felices. Yo lo soy así, llevando ropas de mujer, presumiendo como ellas”.