Conversar con el laudista Erdwin Vichot Blanco es hacerlo con una verdadera cátedra de la música universal, afirmación que no es exagerada en absoluto, pues Erdwin es mucho más que el guajirito presente con sus rítmicas cuerdas en el programa televisivo Palmas y Cañas.
Pero este laudista, si bien es cátedra respetable, también es conversación clara y fraterna. De ahí que no sea difícil entenderle el sinfín de conceptos y criterios que, con acertada lucidez, suele verter acerca de la honestidad o la falsedad en los ámbitos del pentagrama insular y planetario.
De varias de nuestras conversaciones, y tomando el excelente pretexto de que recibiera la medalla 60 Aniversario de la Uneac, decidí compartir con los lectores algunas preguntas y respuestas que recogí de varias entrevistas con el bien llamado Jimi Hendrix del Laúd, término con el cual lo calificara la prensa española.
¿El laúd tiene el reconocimiento que realmente amerita o queda mucho para colocarlo en el lugar que merece? ¿Cuáles son los prejuicios más frecuentes respecto a su función?
Todavía el laúd tardará en ocupar el lugar que merece. Sigue siendo un instrumento deficitario y poco reconocido. El principal prejuicio es el encasillamiento al clasificarlo solamente como un instrumento de la música campesina.
Pero resulta que los limitados somos nosotros, los músicos, no los instrumentos. Con el laúd se puede participar lo mismo en una canturía en pleno campo, que en el programa televisivo Palmas y cañas.
Sirve para tocar desde lo más sencillo hasta la música de los más grandes compositores de Cuba y del mundo: la de Leo Brouwer, Debussy, Vivaldi, Bach, Mozart, Joaquín Rodrigo, Paco de Lucía…
Supongo que trabajar con Leo Brouwer, uno de los más grandes guitarristas de todos los tiempos, haya sido para ti un verdadero regalo de los dioses.
Para mí, Leo es el embajador de los músicos cubanos. Innovó la guitarra en este país y en el planeta entero. Realizó aportes fundamentales. Es director de orquesta, compositor, tiene un oído extraordinario y todos los premios más importantes del mundo.
Que te llame a tocar, es un privilegio. Que haya compuesto una obra para laúd, especialmente dedicada a mí, es un privilegio doble. Seis veces me ha invitado a compartir el escenario, para interpretar el segundo movimiento del Concierto de Aranjuez, Chacona, In memoriam, música incidental (cuatro movimientos), Drume negrita, Danza característica…
Subir a los escenarios del Amadeo Roldán, la Sala Covarrubias, el Teatro Nacional, la Basílica de San Francisco de Asís…, bajo la batuta de Leo Brouwer, a sala llena, bajo los aplausos más cerrados imaginables, es un hecho sencillamente insuperable.
Recientemente fuimos testigos de la aparición de un enjundioso texto de tu autoría en el espacio de Amazon, en Internet. ¿El libro está destinado exclusivamente a músicos o puede el lector común hallar algo de su interés?
Me llevó varios años escribirlo, pero logré completar una investigación muy sería en Estudio armónico del laúd contralto cubano, el cual puede servir lo mismo de consulta a un músico como al que no lo es, ya que generalmente los tocadores de este instrumento han sido empíricos, pero ahora tendrán en sus manos un material de desarrollo.
Has recorrido ya medio mundo, pero sigues instalado gustosamente en un pueblo bautense como Corralillo. ¿Qué significa para Erdwin Vichot vivir a tiempo completo en un sitio como este?
No me he ido de Corralillo… ni me pienso ir. En este pueblo ha vivido toda mi familia, están mis mejores recuerdos. Aunque el asunto del transporte sea terrible, aquí vivo tranquilo, independiente, pesco en el río, ando en chort y chancletas.
Los viajes de quince días fuera de Corralillo me hacen llorar. Entrar a Bauta me alivia, llegar a Corralillo me quita el cansancio. No me interesa la fama de ninguna manera. La autosuficiencia es ignorancia.
Así se lo explico a mis hijos, incluyendo al mayor, que también es laudista. Si un día se me subieran los humos, que me den con el mismo laúd en la cabeza.