Una sugerente esquina del bulevar de Artemisa crece en clientes y expectativas, desde que la Gordi llegó para quedarse entre puntadas y coloridos atuendos: es esa la marca registrada de la única pequeña empresa recién creada en Artemisa como Confecciones Textiles.
Juegos de shorts de niños y niñas, otros un poco más largos pero de licra también para jovencitos, y hasta vestidos y blusas con cortes más discretos y pantalonetas de colores atractivos a rayas, distinguen parte de las primeras producciones de una Mipyme que intenta colarse en la aceptación de los artemiseños.
No sin antes debutar en lágrimas el recuerdo de su hermana La Gordi, como cariñosamente le llamaba, a quien la COVID-19 le arrebató la vida en diciembre último, Maritza Medina Milián muestra su vocación por la costura, habla de quimeras y empeños.
Asume la titularidad de la pequeña empresa, en compañía de su esposo, el administrador, y su hija, quien se encarga de la fiscalización, además de una treintena de trabajadoras, algunas por contratar.
Una máquina de coser desde los 12 años de edad, componía el hogar donde creció entre puntadas también con su hermana Marta, pues a pesar de dedicarse ambas a la educación, nunca abandonaron ese tic-tac.
“Juntas previmos crear una pequeña empresa que crecería con alguna inversión —cuenta Maritza—, pero la covid se nos adelantó. Seguí con ese dolor que deja la muerte, y con sus ganas de hacer, así que el 25 de enero presenté los documentos para iniciar la tramitación. Ya en abril fue aprobada”, comenta aún emocionada.
A futuro
Fabián Rodríguez González, licenciado en Cultura Física como su esposa Maritza, reconocen la oportunidad de los nuevos actores económicos; mas, reflexiona acerca de algunos tributos que, aunque necesarios, tal vez pudieran minimizarse, pues encarecen la producción y se perjudica el pueblo, que es la razón de ser.
Agradece los céntricos espacios en Artemisa y Caimito (antigua atelier) para comercializar en sus comienzos, y manifiesta el deseo de llegar al resto de los municipios cuando crezcan en surtidos.
Desde China esperan la importación de cuatro máquinas de festón y corte, mientras compran otras dos de costura plana e igual número de las nombradas collaretera.
Una vivienda poco a poco se trasforma en taller de costura, donde habilitan una habitación como nave de corte, y al menos cuatro máquinas de coser no se detienen. Gordi entró al mercado para quedarse, y si crece la demanda no puede hacerse esperar la oferta.
Además de las manos que impulsan la producción, otras deberán sumarse en breve, asegura la titular de la Mipyme de Capellanías, en Caimito, pero que limita con la ciudad cabecera; de ahí la convocatoria para esta atractiva fuente de empleo, en planes de completar la treintena de trabajadores en su primera etapa.
¿De dónde son los diseños? Por supuesto que no están ajenos a Internet, tampoco al clima ni a la moda de los cubanos; de todo eso se nutren, como del buen gusto de quienes están frente a la tela… y después a la aguja y el hilo.
Que Gordi está y es aceptada en el mercado interno es un hecho; que constituye una oportunidad, pues las extintas tiendas en CUC nos dejaron sin opciones de confecciones textiles, representa una verdad irrefutable; y que los nuevos actores económicos en Cuba son una forma revolucionaria de impulsar la economía, nadie lo duda.
Entonces, puertas abiertas a esta Mipyme que presume ser la única de su tipo en la provincia, e intenta resolver en parte, al mismo tiempo, un problema del cual nadie hoy escapa: el vestuario.