¡Si tuviera aunque sea 20 años menos!, me dijo, con mirada inquieta y ganas de aprender para después hacer, Acacio López Barrios, quien con 77 abriles atiende la finca San Isidro, en Cayajabos, y participó en el taller-intercambio acerca de buenas prácticas de agroecología en la finca La Excelencia, de la CCS Rigoberto Corcho, en Artemisa.
El campesino Mario Cordero, Licenciado en Derecho y en breve Master en Agroecología —su camino hace cuatro años—, abrió las puertas de sus 1.87 hectáreas, en las cuales el manejo de la lombricultura, la producción de compost y el desarrollo de la tilapia roja en estanques de agua dulce, da fe de cuánto se hace con ciencia, técnica y voluntad.
Un hervidero de preguntas y respuestas acerca del rendimiento de los cultivos, empleo de materias orgánicas, período de mejor uso para las plantas, ciclo reproductivo de las lombrices y el uso de otros compuestos como yogur natural y borras de café, mantuvieron atento al auditorio.
Promovido por la ANAP, con la presencia de funcionarios de Agroecología de los 11 municipios y empresas como Hidráulica, Los Naranjos, Porcino, Rancho Azucarero, el Citma y la Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales, el taller mostró la importancia de cerrar ciclos y no depender de productos químicos, sustituir importaciones y asumir cosechas cada vez más sanas.

El joven Hidel Martínez Albiza, otro apasionado de la agroecología, de la finca San José, en la CCS Sierra Maestra, también centró la atención, al demostrar que la cúrcuma intercalada con otros cultivos es un aliado de la salud; por eso el principal reto radica en llegar hasta los centros productores de medicina natural.
Armando Hernández Romero, miembro del Buró Nacional de la ANAP, apuntó que La Excelencia está clasificada como Finca Agroecológica por sus buenas prácticas, al tiempo que Mario Cordero es un extensionista y promotor natural: tanta experiencia debe ser materializada en otras tierras para semejarnos a sus resultados