Este Código de las Familias está escrito por gente que sabe. Detrás de él está el sacrificio de muchos activistas de todas partes. Su espíritu no es quitarle derechos a nadie, sino darle a quienes no tienen.
Pretende que pasemos de entender a los niños y niñas como objetos, de establecer relaciones verticales y de sumisión de estos a sus padres y de ejercer una disciplina hegemónica e impositiva (patria potestad), a entenderlos como sujetos de derechos.
Procura que se les escuche y se les haga partícipe en la toma de decisiones. Proyecta que con ellos se negocie y se les respete su autonomía progresiva e interés superior, y se les eduque y corrija de manera positiva (responsabilidad parental).
Los conceptos de “interés superior” y “autonomía progresiva” no implican aceptar conductas negativas, irrespetuosas ni chantajistas de los menores, y a la vez los protege de que usted tampoco pueda hacerlo con ellos.
Estos conceptos están vinculados con la capacidad que irá adquiriendo el menor de decidir sobre determinados aspectos de su vida (autonomía), siempre en correspondencia con su edad y madurez (progresiva).
¿Usted sabe que hay madres y padres que abusan sexualmente de sus hijos e hijas, los golpean de muerte, prostituyen, obligan a trabajar, a robar y mentir, o los usan para manipular a terceros enfermándolos… con tal de recuperar a la pareja?
A eso y a todo lo que atente contra la integridad física y psicológica de los menores se refiere el Código, cuando habla de “interés superior” y cuando protege el derecho del niño y la niña a decir que NO.
De tal modo, manejar un tractor con tres años, decidir que no se va a operar de urgencia de una apendicitis o que es un caballo y va a pasarse el día caminando en cuatro patas, comiendo hierba y pateando a quien lo contradiga (ejemplos leídos por ahí que evidencian el deseo de algunos de llevar el debate a terrenos infértiles), no proceden.
Tan cierto es que los documentos legales deben ser objetivos para no dar pie a ambigüedades ni a múltiples interpretaciones, como que es imposible recoger en ellos cuantas situaciones puedan darse en la vida real.
La vida es siempre más rica que el papel. Por eso se impone leer el Código con responsabilidad y cordura. Se trata de perfeccionar y avanzar, no de retroceder a 1975 por desconocimiento, atrincheramiento u oportunismo, a menos que el interés superior de usted como adulto sea desconocer, simplificar, descontextualizar, manipular, armar caos y mentir.