La biblioteca municipal Antonio Maceo, en Bauta, se ha ganado el amor que le profesan disímiles creadores y usuarios de la localidad y más allá de sus fronteras.
Desde su fundación hasta hoy, mucha historia ha quedado guardada en el alma de esta institución, sede desde hace 19 años del Taller Orígenes, y donde muchos seres imprescindibles de la cultura cubana han dejado la impronta de su verbo y de su arte.
Lamentablemente, los problemas constructivos y eléctricos y la falta de agua obligaron a que detuviera sus servicios en marzo del año pasado. Aunque la brigada de Mantenimiento Constructivo emprendió las reparaciones en octubre, debió interrumpirlas ante la falta de materiales; ahora volvieron a ponerse en marcha.
Primero se retiró la precaria manta que cubría el techo, se vertió encima un mezclón y después un impermeabilizante. Sin embargo, la zona de la claraboya (erróneamente tapada por los constructores) continuó filtrándose, y es preciso acometer en ella un trabajo, a base de una hilada de bloques con planchas venezolanas.
A esto se agrega sustituir la maltrecha carpintería, principalmente las puertas del frente y de atrás (en manos del Fondo Cubano de Bienes Culturales), y reparar un grupo de ventanas con cristales, imprescindibles estos últimos para la iluminación, tanto a los libros como a la visión de los lectores.
Las filtraciones igual provocaron cortocircuitos e invalidaron el servicio eléctrico en el Departamento Infantil y Juvenil y en la Sala de Procesos Técnicos.
Como buena nueva se encuentra el haber anclado al piso un tanque de fibrocemento, destinado al suministro de agua, mientras el pantry y el baño se han incluido en el proceso de transformaciones.
Entre los cambios, no es posible soslayar que la dirección de la biblioteca, encabezada por la licenciada Mayté Álvarez Sosa, pretende construir un baño más, y otro exclusivamente para uso de los niños.
Contar con la desinteresada ayuda de los artistas visuales del municipio, nunca ha sido un problema en Bauta. Dueños de una sólida y reconocida obra personal, han sabido sacar tiempo y recursos para contribuir con las instituciones culturales de su pueblo.
Ellos se encargarán de enriquecer estéticamente la imagen de la biblioteca. De ahí que sus manos e inventiva se consideren parte importante del proceso de embellecimiento que tendrá lugar en el patio interior, donde tantos encuentros cordiales han sucedido a lo largo de 33 años.
Alumbrada por el Sol de la sabiduría
La Antonio Maceo mereció incluso la Medalla por la Paz, entregada por el nuncio apostólico Luigi Bonazzi, en nombre de las más altas autoridades del Vaticano. Y ganó la condición de Proyecto vinculado a la Unicef Por un mundo al derecho.
Además, ha acogido figuras de la talla de Fina García-Marruz, Pablo Armando Fernández, Lina de Feria, Eduardo Heras León y Daniel Chavarría, ganadores del Premio Nacional de Literatura, Monseñor Carlos Manuel de Céspedes y el reverendo y poeta Ángel Gaztelu, alma del grupo Orígenes, entre otras personalidades.
Con muy pocos recursos a mano para reconstruir los libros deteriorados, las trabajadoras de la biblioteca se dieron a la tarea de proteger celosamente los ejemplares en peligro de ser dañados por el influjo del cemento y el polvo.
Por este acierto, ni antes las filtraciones, ni ahora el ajetreo constructivo han podido deteriorar decenas de volúmenes, protegidos en diversos estantes.
“De la carpintería, lo fundamental son las puertas, en tan mal estado que la principal está completamente clausurada. Todo se ha encarecido y el presupuesto es insuficiente. Lo que hasta hace poco tiempo tenía un precio, se elevó al doble o al triple”, comenta preocupada María Virginia Pérez, directora municipal de Cultura.
No obstante, su visión está lejos de ser pesimista. “La gente quiere mucho esta biblioteca y la necesita. Por eso es importante que brinde servicios nuevamente, cuanto antes. Cuando reabra, muchas personas lo agradecerán”.
Justo una frase de Cintio Vitier, uno de los más memorables origenistas, suele acompañar el quehacer diario de quienes trabajan allí: “La biblioteca, en suma, aunque parezca el lugar más quieto del mundo, en las almas ejecutantes de sus servidores y usuarios, se mueve siempre hacia el Este, hacia donde sale el Sol”.
Sí. No hay por qué dudarlo. En la biblioteca Antonio Maceo, el Sol de la sabiduría siempre estuvo brillando en lo más alto… y volverá a regalarles a todos esa luz irradiante, porque así lo reclaman muchos bautenses.