Tanto como los monitores, sueros y equipos auxiliares, a los pacientes de la Unidad de Cuidados Intensivos Polivalente (UCIP) del Hospital General Ciro Redondo García de Artemisa, el amor de médicos y enfermeras los conecta a la esperanza, al cariño, y los impulsa a convertir cada segundo en una batalla constante por la supervivencia.
La enfermera Evelia Pérez Rodríguez lo experimenta así, luego de muchos años de labor y sobradas historias de lucha en los cinco cuartos de la instalación, donde hay 12 camas para quienes provienen de Guanajay, Mariel, Caimito, Bauta y Bahía Honda.
“Atendemos varias especialidades: coronaria, materno infantil, accidentes cerebrovasculares, nefrología, complicaciones postquirúrgicas… También durante el pico pandémico acogimos a los enfermos de bronconeumonía post-Covid que salían de las salas de terapia”.
Ese período tan desolador no se borra de la memoria de la doctora intensivista Adnelise Rodríguez Rodríguez. “La escasez de oxígeno, relajantes musculares y otros medicamentos complejizó la situación”; mas, nunca ha estado en falta aquí la sensibilidad humana, la ética, el respeto por el enfermo.

Al indagar por anécdotas se desata la emoción. Entonces recuerda a una joven mujer que intentó sobreponerse a un folículo hemorrágico y una posterior oclusión intestinal.
“Tenía una niña con trasplante hepático, a la cual había donado parte de su hígado. Aunque lo intentamos de todas las formas, no fue posible salvarla. Su familia nos envió una carta de agradecimiento por los desvelos del colectivo”.
Siempre existirán impresiones en un servicio tan noble, en el cual permanecían, hasta este martes, tres pacientes de cuidado, la misma cifra de graves y dos muy graves, que se mantenían ventilados.
“Los de cuidado son monitoreados a tiempo completo, y a partir de la gravedad se les toma signos vitales cada una hora. En este esfuerzo resulta fundamental la preocupación del personal de enfermería, que permanece al tanto de cualquier manifestación”.
La especialista explicó además que la ausencia de unidades de cuidados intermedios y paliativos exige el traslado hacia este servicio de algunas personas con pocas expectativas de vida. “El propósito consiste en intentar la estabilidad del paciente y regresarlo a la sala cuando haya mejorado”, pero a veces no se logra.
De acuerdo con la doctora Guianeya Encinosa Moreno, vicedirectora de Asistencia Médica del hospital, cada mes atienden unos 40 casos como promedio y fallecen entre 3 y 5. Al cierre de 2021 auxiliaron a 456 personas, 43 (el 10 por ciento) de ellas con un desenlace fatal.

Asimismo, Encinosa Moreno anunció el inicio en breve del mantenimiento constructivo del local, destinado a la desobstrucción de redes hidrosanitarias, el arreglo de falsos techos y la colocación de equipos de clima donados al centro.
Excelente reportaje y que bueno que se hizo una parada para reconocer la dedicación y el esfuerzo extraordinario del personal de salud en mi Artemisa querida. Sobre todo en la Unidad de Cuidados Intensivos donde sé que existen profesionales en la materia con la mejor calidad. Las instalaciones deben ser mejoradas porque permitirá mejorar también las condiciones de trabajo y resultados del personal sanitario. Todos desde nuestra responsabilidad laboral y civil deberíamos ayudar a salvar una vida.
Felicito al colectivo y que bien por los pacientes que reciben una atención decorosa en Artemisa. En enero tuve la desdicha de llegar a la sala de observaciones del hospital Ivan Portuondo en la guardia del sábado 8 de enero con mi suegra. Solo decir que nadie cumplía el turno de enfermería. Fue todo una odisea para que el paciente que llegó delicado pasara la noche sin casi ningún tratamiento hasta la guardia del domingo que fue trasladado a la sala para fallecer en ese momento. La indolencia a veces supera la falta de recursos allí. Por favor quién revisa eso para que otras familias no sufran la falta de atención
Importantísimo reportaje y no existe mejor manera de honrar y reconocer el trabajo de todos los intensivistas q allí laboramos, médicos, personal de enfermería, laboratoristas y personal de servicio, aunque en el camino vendrá el perfeccionamiento logístico para satisfacer las necesidades humanas, estructurales, equipamientos sanitarios y resto de recursos indispensables, importantes para la continuidad de nuestro arduo trabajo, constante, positivista y sobre todo humanista. Aún así nuestro compromiso se mantendrá hasta el fin de los tiempos, seguiremos haciendo lo que mejor hacemos curar, cuidar y recuperar pacientes críticos y graves. Agradecer al colectivo al cual debo mi formación como intensivista, a mis colegas mis más profundos agradecimientos. La Unidad de Cuidados Intensivos Artemiseña se impone ante las adversidades del ayer, el hoy y el mañana.