Nadie duda que entre los mayores hitos deportivos de la historia de nuestra joven provincia se encuentren las tres medallas —una plata y dos bronces— logrados por los Toros de Artemisa en la Liga Superior de Baloncesto (LSB).
Jugando siempre de visitador o en sede neutral, sin el consiguiente apoyo del público artemiseño, los Toros se han posicionado en la élite del básquet cubano, y hoy pueden lucir la etiqueta de actuales subcampeones del considerado segundo evento deportivo más seguido en Cuba.
Subcampeones, sí, pero la historia pudiera ser muy distinta de no ser por aquel sospechoso incidente con las luces en la Sala Polivalente villaclareña, cuando los nuestros ganaban cómodamente. No doy la clásica justificación del perdedor; el mismo Raudel Balaguer, director técnico del equipo, confiesa que aquello los sacó de concentración.
Borrón y cuentas viejas
Ese trago amargo ya fue superado. A poco más de un mes del comienzo de una nueva edición de la LSB, el artemiseño conversó con el cuerpo de dirección del conjunto y algunos atletas sobre su preparación ante la venidera LSB: al parecer, esos éxitos solo los recuerdan ellos, la prensa especializada y algunos aficionados.
Por increíble que parezca, el deporte colectivo con mejores resultados en nuestra provincia está casi olvidado —o al menos desatendido— por parte de las autoridades. Esos logros resultan extraordinarios si nos atenemos a las condiciones en que se obtuvieron.
“Como todos saben, no contamos con tabloncillo para nuestra sede; siempre hemos entrenado en cemento, o íbamos a La Habana a “tocar” tabloncillo.
En aquella primera medalla de bronce, debimos jugar todos los partidos en sede contraria; en la segunda estuvimos de locales en La Habana, y allí arrasamos con nuestros contrarios”, recuerda Balaguer.
“En estos años nos hemos hospedado en villas y moteles siempre distantes de la sede de la competencia, y hemos entrenado sin las condiciones necesarias y poca atención a los atletas. Aun así, hemos estado entre los cinco mejores en las Ligas Superiores del último lustro, y un poco más”, comenta Lien Pedro, quien fuera jugador hasta hace poco y ahora funge como asistente de Balaguer.
Acostumbrados a hacer mucho con muy poco, los basquetbolistas de nuestra provincia asumen la competencia con el ánimo de siempre; sin embargo, las dificultades de este año sobrepasan el umbral ya conocido por ellos.
La preparación ha afrontado muchas dificultades hasta el momento de nuestra visita. “No tenemos un lugar para concentrar el equipo, por lo que debemos dar los viajes a diario… y todos saben las condiciones actuales del transporte. Al principio solo se nos garantizaba almuerzo en el Estadio 26 de julio tres veces por semana; por suerte, ahora es de lunes a viernes”, indica Balaguer.
“Para nadie es un secreto la situación económica del país. No pedimos comida ni hospedaje de un hotel de lujo; otros años estuvimos en el Campoamor o aquí mismo en el estadio, y nosotros contentos. Lo único que necesitamos es estar concentrados para enfocarnos en la preparación”, asegura.
“No contar con una sede no solo nos afecta para jugar o prepararnos sobre tabloncillo. Utilizar las canchas de la Eide es casi siempre la solución, pero cuando ellos tienen clases tenemos que esperar a casi las 11:00 a.m. para empezar a entrenar… bajo el duro Sol cubano”, asevera Pedro.
Unos días después conocimos que fueron hospedados en el motel El Lago, de Bauta, para entrenar en la escuela Domingo Lence, de San Antonio de los Baños. “Al principio las condiciones no fueron las ideales. Mejoraron con el paso de los días. Ahora lo que falla es el trasporte; llevamos dos días sin guagua: así no se puede”, sostiene Pedro vía electrónica.
Entre limitaciones de equipamiento y las ya mencionadas, jugadores y directivos coinciden en que esta preparación se ha quedado lejos de lo habitual, para aspirar a entrar nuevamente entre los cuatro mejores conjuntos del país.
En cambio, el polivalente Joyce Daudinot, uno de los más veteranos del elenco, señala que deben sobreponerse a las dificultades, dando todo en los entrenamientos.
“Somos el mismo equipo de la pasada LSB. Solo debemos recuperar la fluidez en el engranaje sobre la cancha. Cierto, el parón por la pandemia nos afectó, pero iremos partido a partido en busca de resultados”.
“La preparación no ha sido buena; aún le debemos a la parte física”, advierte el base-organizador Yoel Luis Sánchez. “La COVID-19 nos frenó mucho tiempo, aunque seguramente a los otros equipos también. El ánimo sí está bien alto: tenemos deseos de igualar o mejorar el segundo lugar del anterior certamen. Al final, los problemas nos dan más fuerzas para enfrentar a los contrarios”.
Igual quedan viejas deudas en la atención al equipo. Las viviendas para Osmel Oliva (pilar fundamental en el conjunto y la selección nacional) y para el entrenador, están en el aire desde 2015. Tampoco se cumplió lo prometido a otros jugadores, y cada vez las deferencias con los atletas son menores, nada proporcionales a sus logros.
A pesar de todo, Balaguer da las claves del éxito. “Si algo bueno tiene este equipo, es su mentalidad ganadora y de grupo. Las carencias y dificultades siempre nos han unido más y reforzado las ansias de victoria. No sabemos si este año será igual, solo podemos asegurar que los Toros siempre ponemos el corazón en cada partido”.