De la industria al hogar, de la tierra a la mesa, del taller a la unidad militar…, la locomotora de la sociedad la mueven los trabajadores, lo mismo en la empresa estatal socialista, desafiada a demostrar su protagonismo, que en cooperativas no agropecuarias, micro, pequeñas y medianas empresas, escuelas, hospitales o combinados deportivos.
Guiada por el afán de seguir construyendo juntos un mejor país, la clase obrera se integra en sindicatos y confía a estos su representación ante las administraciones.
El movimiento sindical cubano posee una vasta herencia de luchas por reivindicaciones laborales. Aún se recuerda el bregar de Jesús Menéndez por el pago del diferencial azucarero, al exigir la participación del sindicato en las negociaciones entre el gobierno de Grau y el de Estados Unidos.
El general de las cañas logró comprometer al vecino del norte a elevar el precio del crudo, en correspondencia con el costo de todo lo importado de esa nación. Tal intransigencia posibilitó que los trabajadores del azúcar vieran incrementada su remuneración.
Asimismo, resultó determinante el rol de Lázaro Peña en las huelgas generales para derrocar varios gobiernos títeres, y el empuje de Aracelio Iglesias, quien arrebató a los patronos el aumento de salarios y el descanso retribuido.
A salvo ya de persecución policial, censura y asesinatos, los líderes sindicales integran los consejos de dirección de las entidades, y encabezan un proceso determinante en la vida económica del país: la presentación y análisis del plan y el presupuesto en los colectivos.
Si bien las cifras corresponden a los dirigentes administrativos, el sindicato moviliza fuerzas y voluntades, además de afianzar el compromiso de cumplir lo encomendado o ajustarse a lo que nos asignan, amparados en la eficiencia, el ahorro de recursos y portadores energéticos y el aprovechamiento de la jornada laboral, entre otros indicadores.
Nadia Toca Hernández, secretaria general de la CTC en la provincia, precisó que entre febrero y marzo deben realizarse más de 3 000 asambleas en número similar de secciones sindicales, pues este proceso, habitualmente en enero, espera por la aprobación de los presupuestos en las asambleas municipales del Poder Popular y la desagregación de los planes hacia las UEB por parte de muchas empresas.
Más allá de leer informes y levantar la mano, se trata de proponer soluciones y alternativas, a partir del potencial innovador, la ciencia, la emulación, el encadenamiento entre actores del entramado económico y la aplicación oportuna de medidas, para conferir mayor autonomía a la empresa estatal y potenciar la producción agropecuaria.
¿Y qué provoca el incumplimiento del plan?, reflexionaba un eminente economista artemiseño. En primer lugar, escasos bienes y servicios junto a la conocida inflación, y afectaciones al presupuesto del Estado, que solventa salud, educación, cultura, deportes, atención a barrios vulnerables…, la vida cotidiana de este archipiélago.
Mucho deben influir la CTC y los sindicatos, a la altura de sus 83 años, desde el control, la defensa de los intereses, el estímulo, la compañía y el entusiasmo. Los soñamos tan incansables como Lázaro y tan osados como Aracelio que, si bien no fue el dueño de los puertos, supo protegerlos de la garra anexionista, al precio de su propia existencia.