Por primera vez escuchamos hablar de variantes del SARS-CoV-2 cuando surgió alfa, en medio de un escenario epidemiológico tenso que comenzaba a atenazar al mundo. Le sucedieron otras letras del alfabeto griego, hasta llegar a ómicron, de la que se conoce predomina actualmente en Artemisa… y marca similar comportamiento en el país, aunque continúan detectándose casos de delta.
De ahí la creación de un nuevo protocolo sanitario para el control y tratamiento de la enfermedad en Cuba, cuyos casos entrañan a diario números de cuatro dígitos, menos muertes, pero mayor incidencia.
Urge entonces entender los cambios de la variante genética, que contagió a 15 millones de personas en todo el mundo durante la primera semana de 2022, y acelerar la administración de la dosis de refuerzo.
Según han informado científicos cubanos, desde su reconocimiento se asoció a una elevada transmisión: en dos o tres días duplica las cifras hasta llegar al pico, y comienzan a bajar paulatinamente de acuerdo con estrategias de vacunación.
Tiene la llamada proteína de la espícula, con más de 30 mutaciones y 15 cambios en la zona donde el virus se une a la célula (RBD). Cuando se compara con otras como beta, gamma o delta se asocia con una elevada incidencia, por lo que fue necesario incluirla en la vigilancia genómica.
“Las sintomatologías de las enfermedades virales dependen de factores relacionados con el individuo y el entorno, más la población que se infecta”, explica Carlos Fonseca Gómez, especialista en Medicina Interna y Máster en infectología, del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK).
“No todas las noticias son malas: ómicron se transmite muy rápido, pero reportes de países como Sudáfrica, Dinamarca y Noruega (donde ya impuso oleadas) coinciden en que es más ligera y con mínima severidad.
“Predominan síntomas relacionados con el tracto respiratorio alto. Y cultivos de células han observado que el virus se replica 70 veces a nivel bronquial, pero diez veces menos en el tracto respiratorio. Por tales razones, el enfoque del manejo médico varía, aunque el llamado es a no confiarnos, pues pudieran sobrecargarse los sistemas de Salud, si no tomamos medidas para disminuir la infección.
“Las evidencias científicas muestran que las personas que se enfermaron pueden reinfectarse. A nivel mundial, las camas de hospitales las ocupan personas que no se han vacunado. Aquí estamos en una situación ventajosa por nuestras vacunas: existe una gran brecha entre quienes recibieron algún inmunógeno y los que no.”
De todos modos, las autoridades de Salud concuerdan en que no debemos confiarnos ante la nueva oleada y sus características; asumir con responsabilidad la administración del refuerzo y extremar las medidas sanitarias será primordial en el enfrentamiento.
A la par, continúan las investigaciones sobre esta enfermedad multisistémica cuyas secuelas repercutirán de alguna manera en la salud humana. Ómicron vino a recordarnos una certeza: la pandemia no termina.