Cada 20 de febrero, la CTE marieleña celebra un nuevo aniversario de su fundación en 1966.
Han transcurrido más de cinco décadas y los recuerdos emergen con el fervor de los primeros días: entre memorias de momentos trascendentales protagonizan una historia que acompañará indisolublemente a la Central Termoeléctrica (CTE) Máximo Gómez Báez, de Mariel.
Cuentan que el espacio donde se erigió esta colosal industria era “el patio de depósito del muelle de La Boca, una parte ocupada por la base de transporte en la que trabajé desde muy joven. Como chofer, participé en el traslado de las bases para la construcción de la primera chimenea y del edificio principal”, recuerda a sus 83 años el marieleño Blas Laurentino Cornelio Rodríguez.
Tras un convenio de colaboración suscrito en Leningrado por Ernesto Che Guevara, entonces Ministro de Industrias, se iniciaron en 1962 las labores de construcción de la Termo.
“En un área cercana se estableció la planta Julián Grimau, dedicada a la elaboración de las estructuras de hormigón prefabricadas, requeridas para la edificación civil del proyecto”, precisa el historiador Edel Mayol Bersach.
“Simultáneamente, se hizo necesario crear condiciones de vivienda para el personal calificado que se preparaba como futuros operadores de la CTE. Y en 1976 surgió el Instituto Politécnico Juan Manuel Castiñeiras, para el estudio de especialidades afines”.
Los primeros en formarse
El 16 de diciembre de 1963 marcó una pauta imborrable: se iniciaba el Curso de Formación de Operadores para Centrales Eléctricas. Cincuenta y ocho años después, si bien ya no pueden reunirse, como era tradición por la fecha, “no falta la llamada telefónica entre quienes integramos aquel equipo, en su mayoría jóvenes egresados de secundaria y de las FAR”, manifiesta María Estela Moreno Rodríguez.
“Hemos sido una gran familia. Preservamos la unidad y el compañerismo que nos distinguió. Fue un curso integral, el único en que se abordó cada posición de la planta. Éramos más de 20 mujeres. Tras la preparación, me incorporé como analizadora de fluidos de caldera.
“Competimos con Renté, a ver qué termoeléctrica sincronizaba primero; por unos minutos nos ganaron”, dice y alude a disímiles vivencias.
“También practicábamos deporte; asistíamos a actos políticos, concentraciones y trabajos voluntarios; íbamos a la caña… y atendíamos a la familia. Ese fue mi primer y único trabajo”.
Desde julio del 63, Pedro Antonio La Paz Martínez se unió a las labores de construcción y montaje. “Ingresé como ayudante de soldadura, cuando hacían la sala de máquinas”.
Cinco meses después comenzó el referido curso, “primero de este tipo en el país. Nos incorporamos 98 compañeros de diferentes municipios. Al concluir las prácticas en La Habana, decidieron qué puestos ocuparíamos”.
Así, transitó por diferentes funciones, desde operador de equipos auxiliares hasta jefe de bloque. “Vivimos una etapa muy provechosa, de constantes enseñanzas”.
Entonces, Julio González Martínez no sabía nada sobre el funcionamiento de las plantas eléctricas. El curso fue su primer acercamiento y nunca renunció a estudiar. “En esos años aprendí mucho con la asesoría soviética.
En los ’70 me formé como ingeniero eléctrico; luego matriculé ingeniería mecánica, una carrera afín a mi trabajo en aquel momento”.
Y, como era de esperarse, se sumó al adiestramiento de personal; tuvo protagonismo en la ANIR y cumplió misión internacionalista en Venezuela. En septiembre de 2021 se jubiló. “Dediqué una vida a la termoeléctrica: 57 años y ocho meses. Vivo enamorado de esa actividad. Presenciar el arranque de una central te marca para siempre”.
Una imagen para la historia
Corría el 15 de febrero de 1978 y se esperaba al Comandante en Jefe, a propósito de la inauguración de las unidades 5 y 6, de 100 MegaWatts. En el control central aconteció el intercambio, inmortalizado en una foto donde aparecen Víctor Alonso Zulueta y Matías Manuel Diego Marrero.

“Desde la puesta en servicio de la unidad 5 esperábamos que viniera. Al informarse su visita, nos preparamos y elaboramos un informe sobre el funcionamiento de la empresa”, asevera Víctor.
Esa jornada fungía como ingeniero de turno. “Tenía que hablar con Fidel y, además, en mis manos estaba el control de la planta. Conversamos unos 40 minutos. Hizo varias preguntas. Fue cuando más cerca estuve de él. Resultó emocionante ver a una persona como el Comandante, grande de tamaño y como ser humano”.

“Tuve la oportunidad de participar en el encuentro, como representante del Partido. Entre los 975 trabajadores, éramos 192 militantes. Por primera vez estuve codo a codo con el líder de la Revolución, una de las impresiones más grandes de mi vida”, comenta Matías.
“Después acontecería el acto en el parqueo de la empresa, donde se montó la tribuna desde la cual Fidel se dirigió a los presentes”.
Compartiendo experiencias
Dos de los fundadores permanecen en la entidad.
Desde que en 2002 surgió la brigada de apoyo a los mantenimientos, Vladimir Téllez de Armas está al frente. “He formado a mi relevo, para garantizar esta actividad cuando no esté. La CTE ha sido una escuela para mí, un centro creado por la Revolución donde muy pocas personas tenían experiencia previa; la adquirieron aquí. Esta planta ha sido mi segundo hogar”.

De modo similar, Andrés Augusto López Acosta transmite sus vivencias, en tanto labora como técnico de régimen de caldera. “Desempeñé varias funciones. Ejercí durante 20 años como jefe de bloque. Cualquier labor implica mucha responsabilidad y atención a los equipos, para evitar accidentes. En la Termo ha transcurrido mi vida. Ha sido un lugar de vanguardia, exigencia y organización del trabajo”.
De aniversario
Hoy, cuando suman un año más a tan prolífera historia, este colectivo de 783 trabajadores se enfoca, además, en “embellecer el centro, desde los cambios de labor y otras acciones. También remodelamos el teatro y reconoceremos a las entidades que participaron en la rehabilitación capital de la unidad 6”, afirma Grisel Jaureguí Fonseca, secretaria general del buró sindical de la empresa.
La importancia de este frente económico resulta vital. Por eso cada día les depara una nueva oportunidad para seguir labrando la historia, iniciada incluso antes de aquel 20 de febrero.