Cuentan que los improvisadores llegaban hasta la casa de José María Díaz Clemente, El Herrero, en el barrio el Pogolotti, en Alquízar, hasta tres veces por semana.
En las inmediaciones, la gente escuchaba cantar al amor, a la vida, a la familia, a la localidad…Poco importaba el día en el calendario; las personas lucían sus ropas nuevas como si se tratara de un acontecimiento especial.
Al compás del zapateo, al son del tiple, la guitarra o el arpa, la espinela emergía del interior del guajiro. Las historias tejidas en torno a los bandos rojo y azul perviven en el imaginario de un pueblo que fue cuna de la mejor improvisación.
La oralidad estaba reflejaba en el campesinado, los obreros… las personas más sencillas eran el centro de cada celebración.
“No hay certeza de cuándo se hizo la primera décima en Artemisa. Sin embargo, el escritor y musicólogo Luis César Núñez lanzó la hipótesis de que esta se cantó por primera vez en el triángulo donde convergen Alquízar, San Antonio de los Baños y Güira de Melena, en un asentamiento poblacional llamado El Tumbadero”.
El hecho figurativo fue motivación suficiente para que Miguel Ángel Ortega Rodríguez investigara los rasgos que distinguen la décima oral en Alquízar, y así conquistar el grado de Máster en procesos culturales cubanos, que otorga el Instituto Superior de Arte (ISA).
“Este estudio sobre la décima improvisada en mi localidad surge, en primer lugar, porque se trata de un fenómeno cultural que tiene una larga data en el territorio; en segundo, buscaba revertir el desarraigo cultural existente por esta tradición popular”.
La bibliografía sobre el tema descubre entre los decimistas más reconocidos del lugar a José María Díaz, negro liberto, y su hijo José María Díaz Clemente, apodado El Herrero.
Además, incluye a Bernardo Díaz (hermano de José María Pedro Mantilla), Adolfo Álvarez, Antoliano Sánchez Marante, José Marante, Octavio Ordoñez Santana, Ismael Pérez Esquivel (El Rubio alquizareño), Eugenio Leal, Rufino René Hojas Gutiérrez, Alejandrina Collazo y los hermanos Moisés y Héctor Montesinos.
“No obstante, la principal figura es El Herrero, nacido el 16 de octubre de 1901. De pequeño conoció versos y estilos de este cantar, porque su padre también era poeta, pero fue su talento innato quien lo ubicó en lo más alto.
“Según la investigadora María Eugenia Azcuy, El Herrero cantó en ocasiones con el Indio Naborí, quien afirmó que Díaz Clemente encarnaba un improvisador natural, dotado de un sentido del humor auténtico.
“Sin dudas, fue un poeta de la cotidianidad, con una originalidad de pensamiento inusual para su época. Repentista de fuerte arraigo popular, su poesía es parte del patrimonio literario local”.
No sorprende que tras la creación del Ministerio de Cultura, y con este la fundación de diez instituciones básicas, entre ellas la Casa de Cultura, la de Alquízar naciera con el nombre de tan ilustre artista.
Entonces, “surgieron espacios semanales dedicados a la décima cantada. Además, existían dos grupos artísticos relacionados con el decimismo: Giros campesinos y Guardarraya Cultural, dirigidos por Diego Milán Cruz y Carlos de la Osa, respectivamente. Sus actividades, en el Círculo Social Rubén Martínez Villena, reunían a poetas de toda la geografía nacional.
“Era un movimiento dinámico promovido y empujado por José María Díaz, hasta su fallecimiento en abril de 1974, y que continuaron Diego Milán Cruz, Eugenio Leal e Ismael Pérez Esquivel, entre otros”.
Mas, cual paradoja de la vida, la investigación impulsada por Ortega Rodríguez arrojó que en el período estudiado (1981-2021) la promoción del género fue disminuyendo, casi hasta desaparecer.
Asimismo, el investigador se estremece con el hecho de que le sea indiferente a la mayoría de los jóvenes alquizareños y, por tanto, sobreviva apenas en el imaginario de un pueblo… y en el recuerdo de quienes peinan canas.
Su estudio ha de servir como punto de partida para promover el género, rescatar antiguas tradiciones, fomentar el interés y el amor por la estrofa nacional, elemento básico del patrimonio cultural inmaterial cubano.