Aquel Primero de Enero
Triunfa la Revolución,
late fuerte el corazón
rebelde del pueblo entero.
Hay un clamor guerrillero
que desciende de la Sierra.
Termina la justa guerra,
Cuba canta y se divierte
con Fidel, que echó la suerte
con los pobres de la tierra.
Esa histórica mañana
extremadamente bella
era más grande la estrella
de la bandera cubana.
Era una marea humana
el pueblo junto a Fidel,
porque en el momento aquel
desde la elevada sierra
se concluía la guerra
que inició Carlos Manuel.
El día ocho, a La Habana,
con la Patria hasta en la piel,
entraba feliz Fidel
con su inmensa caravana.
¡Cuánta bandera cubana!
¡Cuánto pueblo por delante!
La Revolución triunfante
daba sus primeros pasos
dirigida por los brazos
invictos del Comandante.
Aquella mañana, tan
rebelde como ninguna,
se hizo montaña y tribuna
en la voz del Caguairán.
Se estremecía el caimán
viendo libre la nación,
por lo que ahora con razón
griten todos a la vez:
¡Vivan los sesenta y tres
años de Revolución!