Magalys recuerda con añoranza el esplendor de la fábrica. Ha trabajado allí una década y media. El distintivo aroma del chocolate solía permanecer, incluso, en las prendas de vestir de cada faena laboral. “Se quedaba impregnado en la ropa, las botas, la piel y el pelo”.
Hace más de dos años, la elaboración de bombones artesanales no ocupa su quehacer diario, pues la Unidad Productiva (UP) José Martí —conocida popularmente como la Fábrica de Bombones de San Cristóbal— debió cesar.
“Hemos parado en otras ocasiones, pero no por un tiempo tan extenso”, asegura Magalys Miranda Baños, operaria y fundadora de la entidad, reubicada en labores de pesquisaje como parte del enfrentamiento a la COVID-19.
El centro “perteneciente a la UEB de Chocolatería y Derivados de la Harina Guamá, paró en abril de 2019 por déficit de materia prima”, manifiesta Idaimy Hernández Caraballo, quien está a cargo de la UP.
“Nos falta principalmente la pasta de chocolate. Si la tuviéramos, los demás componentes pudieran aparecer, no para grandes producciones, pero tampoco sería preciso detenernos”, comenta.
“Debemos recibir la pasta de chocolate de la fábrica de Baracoa, en Guantánamo, objeto de un proceso inversionista iniciado antes de la pandemia e interrumpido entonces. Pretenden ponerla en marcha cuanto antes; aunque quizás no con todas las capacidades, sí permitirá abastecer poco a poco a las unidades de este tipo en el país”.
Punto de partida
“De una idea del Comandante en Jefe surgió nuestro centro. Fidel le comentó a María del Carmen Concepción (Primera Secretaria del Partido en Pinar del Río en aquel momento) que instalarían una fábrica en la provincia, y necesitaba le dijera el lugar idóneo, a lo cual ella respondió que ya lo tenía”, cuenta Magalys.
Corría el año 2006, y así nació en áreas del otrora central sancristobalense José Martí —ubicado en el consejo popular de igual nombre— la Fábrica de Bombones.
“Llegamos a producir más de 50 variedades, así como tabletas”, señala Idaimy. “Concebimos uno distintivo del lugar, conocido como Guayabita del Pinar, con ese licor como ingrediente. Tras presentarlo en un fórum y gozar de aceptación, fue comercializado”.
“Aquí se trabajó duro”, ratifica Magalys. En dependencia del pedido, elaboraban bombones rellenos, sólidos o bañados, ¡hasta 16 mil diarios!, además de dos tipos de tableta, de 50 y de 100 gramos.
A la espera de una nueva apertura
Veintidós trabajadores, la mayoría residentes en el propio consejo popular, integran este colectivo. “Todos desean reincorporarse, una vez que sea posible”, asevera Idaimy.
“En la empresa hay nueve en este momento, entre agentes de Seguridad y Protección, especialista en Recursos Humanos, técnica en Gestión Económica, encargado de almacén… Mientras, 13 fueron reubicados en otros centros, esencialmente en labores productivas”, precisa.
Al concluir octubre, la cifra de interruptos en la provincia ascendía a 1 045 trabajadores. Al cierre de noviembre, eran 594, en un descenso paulatino durante la última etapa, según información ofrecida por Yudit Quintero González, jefa del Departamento de Empleo en la Dirección Provincial de Trabajo y Seguridad Social.
Como en la Fábrica de Bombones, la interrupción en otras entidades se debe a la falta de materia prima, “de piezas de repuesto y materiales, de energía, combustible, lubricantes y agua; a la rotura de equipos; reparación capital o mantenimiento general y otras causas no imputables al trabajador que determinen la paralización”, especifica Docna Castillero Rodríguez, funcionaria de Asuntos Laborales y Sociales, en el comité provincial de la CTC.
Camino a una Mipyme
Los trabajadores de la Fábrica de Bombones avizoran un nuevo camino, en el cual centran sus esperanzas. “A partir del reordenamiento de la economía, la UEB y la empresa a la que pertenecemos proponen convertirnos en una Mipyme.
“Tras declararse el proceso de interrupción, los reubicados cobran por el centro correspondiente, acorde con el salario de la plaza ocupada; los que estamos en la empresa, al ciento por ciento del salario básico. Y los custodios reciben un pago adicional por nocturnidad”, puntualiza Maigüalida Armenteros Menéndez, especialista en Gestión de los Recursos Humanos.
“Nos preguntaron nuestra opinión sobre ese proyecto, y consideramos que es una alternativa muy factible, pues nos da mayor autonomía e independencia económica. Además, tendremos otras opciones para obtener la materia prima, a partir de los contratos que seamos capaces de hacer”.
Justo ahora está pendiente de aprobación por el Ministerio de Economía y Planificación. “En enero esperamos tener buenas noticias. También pretendemos diversificar los surtidos, con producciones derivadas de la harina. A partir de las condiciones de la fábrica, analizaremos cuánto podemos hacer para lograr resultados alentadores.
“Queremos insertarnos en el mercado en divisas, a fin de recuperarnos y que los ingresos nos permitan estar en mejores condiciones para avanzar e incrementar capacidades. Por supuesto, destinaremos producciones al mercado nacional: que se vean en el territorio debe ser la esencia, y fomentar así el desarrollo local”.
Será preciso hacer mucho más para revertir las páginas de antaño, según se recupere la economía; de modo que cuanto se produzca desde la Mipyme habrá de ser accesible en el municipio y la provincia.
Entretanto, valdría la pena estudiar si es posible introducir cacao en las zonas montañosas de Candelaria, San Cristóbal y Bahía Honda, para no esperar únicamente por la fábrica de Baracoa… o analizar otros suministradores.
Como tenemos industrias sin utilizar y riqueza por crear!