Después de aquel martes hubo cierto movimiento en el hueco. Habíamos publicado —o, mejor, reiterado —un problema en la mismísima calle Maceo de Artemisa, que más allá de la pésima imagen en la céntrica arteria, podía ser causa de accidentes al estar frente a una parada muy concurrida, sin mencionar los recurrentes comentarios, negativos todos, de quienes esquivaban la acera en su paso cotidiano.

Como no se hicieron esperar las manos en la obra, enseguida publicamos lo que para nosotros, en el artemiseño, intuía una respuesta de quienes se sintieron aludidos; sin embargo, tiempo después (de tantos recursos materiales, del sudor de un grupo de hombres, de dar por concluida la “tarea”…), aún puede volver a ser nuestra Foto de Hoy.



Es solo un ejemplo de las tantas faenas que a priori se hacen para “matar y salar”, y queda en tela de juicio el nombre de una entidad completa, solo por un grupo que no laboró como debía o no tuvo los suficientes recursos para cumplir; incluso en esa mezcla de responsabilidades están involucrados uno o varios que voltearon su mirada ante la exigencia y el control, siempre necesarios.
Más allá del hecho en concreto, de la acera en calle 33 esquina 58, reflexionemos cuánto hacemos sin mediar la calidad y, por ende, en poco tiempo ya sea el hueco, la acera, la jardinera, el bacheo o la pintura exterior… vuelven a mostrar su cara oculta. Entonces, regresa el reclamo popular y otra partida del presupuesto estatal deberá volver a abonar parte de su costo.
¿A quién le duele? ¿Por qué cada día el sentido de pertenencia se convierte en quimera? ¿Nada sucede con una entidad que mal paga a otra el costo de una labor por medio de un contrato? ¿Qué sucede con quien ejecuta sin garantía alguna? ¿De quién es la culpa? ¿Cuántas veces el control popular se pone a prueba? Somos más, muchos más, quienes hacemos de tanta chapucería habitual algo desapercibido.
Y mientras no encontraba respuesta a tales situaciones, tan comunes como ni imagino, alguien —concentrado en el pedacito que lidera— se abstrae de esa y otras realidades lacerantes en céntricos y visibles espacios de esta ciudad, capital para todos los artemiseños, al cumplir su gestión.
Como delegado, sin temores y con disposición, el joven mencionaba pretensiones con el alcantarillado, el relleno del camino empedrado y el futuro asfaltado de calle 7, también algunas calles por 58, cercanas a la de nuestra foto, a las cuales nunca han llegado ni aquellos beneficios que un 26 de julio intentaron aliviar el entorno, al construir el canal de desagüe,los cuales tuvieron un stop par de cuadras antes.
En una esquina intransitable casi por completo, y frente a quien fue elegido para servir a los demás, porque así son nuestros delegados, se multiplicó la alegría al escuchar que el añejo planteamiento de esta calle se incluiría en el plan de la economía de 2022.
Pero, como en Artemisa, a pesar de los planes, siempre hay que volver una y otra vez al mismo bache, mi confianza y optimismo no alcanzaban a ver más allá el sueño de este barrio; aunque no clasificó entre los vulnerables, ojalá al menos se le pudiera arrancar un pedacito a ese, su mayor problema, pues en breve también las conductoras de agua sufrirán tanto deterioro del pavimento.
Este callejón, como le conocemos los lugareños, estuvo en los primeros planes de vialidad al crearse la provincia, pues se preveía el tránsito por calle 58 de los vehículos que salieran del municipio hacia la autopista nacional por el puente de Cayajabos, para descongestionar la circulación por 50 y 52, dos arterias principales donde tanto asfalto e intenciones se han tirado por la borda, entre trabajos a medias, salideros y acciones de sus vecinos en busca de acometidas para el abasto de agua.
Damos pasos que, aunque lentos, si fueran firmes adelantaríamos más; si se tambalean, nunca saldremos del mismo hueco, lo cual impedirá que mi delegado y otros tantos, de circunscripciones a veces desapercibidas, aprecien el feliz término de su gestión.
Cierto, se han bacheado algunos lunares de esta cabecera. Sin embargo, volvemos sobre las mismas calles. Así no habrá planes, más allá de las prioridades obvias de una ciudad que debe tapar sus manchas con calidad, y mostrar más luces, pues algún día habrá de ser el espejo para el resto de los municipios de esta provincia.