La interrogante pesa sobre la cabeza de no pocos, cuando se acerca la tradicional celebración por el año vencido y las familias ajustan sus economías, dentro de esta cada vez más difícil convivencia con los precios elevados.
¡Una libra de tomates fuñidos, verdes o pintones: 60.00 pesos! Ni hablar de ajo, cebolla, ají pimiento —que se empieza a ver—, de los ¡frijoles colorados y la carne de cerdo!, tan codiciada que cuando aparece, a 150.00 o 170.00 la libra, desearás nunca haberla encontrado.
Eso sí, estas son ofertas principalmente de negocios particulares, con una diversidad y calidad superior a la exhibida en los Mercados Agropecuarios Estatales.
Mientras, el dilema entre precios excesivos y alto costo de la vida parece ser una crisis sostenida en los nuevos tiempos, que se agrava cuando llega el último mes del año.
Sobre la comercialización de productos agropecuarios, en agosto último el Ministerio de Finanzas y Precios (MFP) informó la adopción de nuevas medidas para reconocer el costo real de las producciones, lo cual deparó ajustes en los precios y la contratación a productores.
Enfrentamos no solo el ordenamiento monetario, con una devaluación del peso que influye en los precios, sino también las consecuencias para los productores de un bloqueo recrudecido, visible en la falta de insumos agropecuarios y fertilizantes, además del encarecimiento de costos estratégicos relacionados con la electricidad y el combustible”, explicó entonces la ministra Meisi Bolaños.
De modo que, en beneficio de quienes labran la tierra, se eliminaron los precios máximos centralizados de la malanga, plátano (vianda, fruta) y boniato, ahora a disposición de la concertación de precios, tanto para el consumo social como para el mercado minorista.
A la par, quedó sin efecto el límite máximo de precios de hasta dos veces, conforme a lo determinado en la Resolución 18/2021, sobre los productos agropecuarios que comercializan las formas de gestión no estatales.
Pero —y la ley hace la salvedad— la supresión del tope no deberá ser en detrimento de la facultad de autoridades provinciales y municipales para fijar tarifas minoristas de venta a la población, como parte del enfrentamiento a precios especulativos y abusivos, medida bien intencionada con insuficiente efecto sobre la economía familiar.
Entretanto, para quienes tenemos que vivir pegados a la tarima, o a la carretilla, el costo de la vida sigue bien alto, en un escenario donde el desabastecimiento afecta casi todas las esferas de nuestra cotidianidad.
De la mano de la comercialización de productos agrícolas en Artemisa, penden viejas cuestiones que dejan abierta una brecha a la especulación: bajos rendimientos en la agricultura, reservas entre las formas productivas… y la relación desproporcional entre la oferta y la demanda.
No obstante, después de un año tan malo, y aunque pese sobre las emociones otra vez la interrogante de ¿cuánto costará la cena de fin de año?, entienda que con la última campanada del reloj, este 31 de diciembre, lo único que valdrá la pena bendecir será la vida y no la mesa.
Muy buen trabajo, sin lugar a dudas, perooo.
Seguirá la desidia y el desenfrenado aumento de los precios (a la vista de todos) de aquellos que NO TRABAJAN LA TIERRA y viven tranquilamente de la especulación?
Quién le pone fin a eso?
Buen comentario de la realidad q nos acosa ,pero no veo en él,el cuetionamiento,la búsqueda de una respuesta,el reto a los decidores ,para el campesino en post de q produzca todo ,pero él solo mueve a su antojo los precios ,libertad q le dieron los q al parecer no van al agro o la carretilla para darse cuenta de cómo está la urnipotente ley de la oferta y la demanda ,q pena seguiremos jugando al capitalismo pero ya sin bondades del socialismo .
Y la solución?