Fue la alfabetización,
más que una simple campaña,
la más victoriosa hazaña
que ha hecho la Revolución.
Tan honda transformación
el pueblo empezó a sentir,
que cambió, para vivir
acorde a la circunstancia,
la sombra de la ignorancia
por la luz del porvenir.
El Caimán de las Antillas,
con el cielo por estola,
se llenó de hocico a cola
de lápices y cartillas.
Lo cubrió de maravillas
el Sol de otro amanecer.
Tan hondo empezó a creer
en una futura hazaña,
que a través de la campaña
también aprendió a leer.
No quedó un solo rincón
de Cuba sin la presencia
necesaria de la urgencia
de la alfabetización.
Como con antelación
nos llegó la libertad,
¡qué inmensa felicidad
saber que, tras tanto empeño,
pudo un sueño, un largo sueño,
convertirse en realidad!
Los alfabetizadores,
en varios cientos de miles,
como nubes juveniles
goteaban sobre las flores.
Revivieron los colores
más verdes de la nación,
donde hasta las palmas son
en las altas cordilleras
las astas de las banderas
de la alfabetización.