Confieso que los estereotipos nos juegan una mala pasada en más de una ocasión. Nunca imaginé que el poeta e investigador alquizareño José Alberto Nápoles Torres fuera, además de un consagrado ser de letras, un hombre del deporte, y no precisamente un aficionado, sino un verdadero maestro en la difícil disciplina del jiu-jitsu.
Ostenta incluso la respetable categoría de cinta negra séptimo Dan. En verdad parece encarnar aquella excelente máxima proveniente del latín: “mente sana en cuerpo sano”, pues nada parece mejor que combinar el fervor de la poesía con el intenso ejercicio del músculo, para enfrentar con un ánimo más esplendente el duro reto de cada día.
Eres conocido como poeta e investigador literario, pero pocos conocen sobre tu intensa vida deportiva. ¿Cuándo comenzaste a practicar esta disciplina y qué lugar ocupa en tu vida?
– Comencé en 1989, cuando era apenas un adolescente, en la escuela de Carlos Carballido: fui alumno directo del maestro japonés Rensei Segotochi Morita.
Allí de forma gradual me sumergí en ese mundo fascinante, que no solo consistía en ejercicios y técnicas para la defensa, sino también una visión singular del mundo a través de su codigo de ética (el bushido, que era y es un continuo estudio acerca de la mente y el cuerpo humanos y su comportamiento en situaciones de violencia, generalmente).
Desde hace más de 30 años lo inicio a partir de las 5:00 a.m. y le dedico una hora; en la tarde puedo estar entrenando hasta tres, según los propósitos de la clase.
El jiu-jitsu es tan importante como mis hijos. Me brindó confianza, persistencia, prudencia, relacionarme con las personas del modo más sabio; como aseguraba uno de mis maestros, Alberto Salas Shan: “el jiu-jitsu es sabiduría”.
Me dio un estado de conciencia permanente contra todo tipo de violencia: humana y animal; la capacidad de levantarme después de las caídas (en nuestras clases le llamamos Ukemi Waza). Sin esto cómo hubiese enfrentado la vida, cómo hubiese sido feliz. El jiu-jitsu es la base de mi existencia biológica y espiritual; ¡qué más te puedo decir!
¿Existen muchos certámenes internacionales para este deporte? ¿Artemisa y Cuba tienen resultados y seguidores?
La provincia tiene muchos practicantes del jiu-jitsu en Guanajay, Bauta, Alquízar y, desde 1993, en Artemisa. Son miles con grados diversos por todo el país; responden a la Asociación Cubana de Jiu-Jitsu y, a su vez, se dividen en estilos con cárater nacional.
Existen certámenes provinciales, nacionales e internacionales de esta modalidad, desde la década del 90 del siglo pasado. Si bien los eventos internacionales son pocos, varios maestros criollos han llevado su visión del jiu-jitsu cubano por el mundo, prestigiándonos más allá de nuestras fronteras.
Si el breakdance estará presente en los próximos Juegos Olímpicos de París, ¿por qué no puede estar el jiu-jitsu?
Para la modalidad deportiva del jiu-jitsu ya existe el judo, aunque sería un espectáculo bello, emocionante ver en acción el jiu-jitsu en las arenas olímpicas: tiene un contenido dinámico y elegante; posee numerosas variantes biomecánicas, en cuanto a ejecuciones técnicas, que lo hace prometedor, sin contar los años de experiencia a nivel internacional.
¿Has escrito algún poema inspirado en este deporte? ¿Algún día escribirás un libro acerca de esta disciplina?
En mi libro Escaras (editorial Primigenios, 2020) se pueden encontrar dos textos vinculados a esta disciplina. Pero creo ya innecesario agregar un libro mío sobre el tema, pues son muchos los maestros dedicados, desde los mismisímos inicios de la cultura humana, al pensar y al hacer, lo cual vuelve muy dificíl escribir algo diferente.
Si tuvieras que escoger entre la poesía y el jiu-jitsu, ¿cuál sería tu elección?
Hace 30 años quizás hubiese dicho que el jiu-jitsu, porque lo justificaban mis hormonas y mis visiones propias del momento; ahora no: me quedo con la poesía, con ese diálogo en/con la penumbra.
Y es que ella no deja de preguntarle al mundo, poner en duda cuanto se siente, cuanto se entiende, cuanto se toca; no deja de ofrecerte sentidos, múltiples sentidos que el jiu jitsu, desde mi punto de vista, no hace.