Gracias a Fidel, el cultivo de la acerola se ha diseminado por todo el país, afirma Martha Rosa Hernández Zaldívar, directora de la Unidad Científica Tecnológica de Base (UCTB) Alquízar.
Adscripta al Instituto de Investigaciones en Fruticultura Tropical (IIFT), la estación científica tiene entre sus funciones contribuir a elevar los rendimientos y la sostenibilidad de los frutales mediante la innovación tecnológica, la oferta y los servicios científico-técnicos.
Desde 1996, sus líneas de trabajo incluyen fomentar el cultivo de este fruto, muy parecido a la cereza, y socializar las ventajas de consumirla, en forma natural o en múltiples variantes, tanto en jugos como en dulces.
A este empeño se sumó también el líder histórico de la Revolución cubana, cuya visión siempre estuvo ligada al desarrollo científico del país.
“Fue entre 2011 y 2013. Interesado por nuestro trabajo con la acerola, convocó a un equipo para replicar los cultivares nuestros y comenzar su extensión por la geografía nacional, sobre todo por su probada ventaja como fuente de Vitamina C”, comenta Martha.
“En una ocasión, mientras recorríamos el vivero, uno de los miembros del equipo me dice: ‘Martha, atienda el teléfono que el Comandante quiere hablar con usted’. El corazón me empezó latir tan fuerte; imagínese lo que significaba para mí hablar con Fidel directamente.
“Me preguntó sobre las características del cultivo y cómo replicarlo. Se preocupó por el trabajo en general, la cantidad de trabajadores, el perfil de cada cual… Y se interesó por todo los cultivares. Le comenté que ya teníamos 12 clones de acerola, y no los cuatro iniciales. También le hablé de una variedad de moras comestibles.
“Él comentó que nos mandaría algunas posturas de Morus alba. Existía la intención de extender esa variedad como planta forrajera para la alimentación animal”.
Martha y el Comandante intercambiaron durante una hora. Fue un diálogo provechoso. Tan seguro y elocuente, él no dejó de hacer preguntas. Ella estaba muy nerviosa.

“Me preguntó sobre temas diversos, más allá de mi desempeño como científica. Tenía un conocimiento muy vasto.
“Al poco tiempo, volvimos a comunicarnos. Él no conseguía que las posturas de acerola tomaran fuerza. Por suerte, yo había replicado el mismo material que se le había entregado. Cuando volvió su equipo para revisar lo que habíamos hecho, estaban en el vivero las plantas logradas.
“Otra vez al teléfono, de forma muy jocosa me dijo que se las llevaba todas. Aunque alegué necesitar algunas para dejarlas en la estación, contestó: ‘Tú puedes volver a replicarlas, me las llevo todas’. Y lo hizo.
“De pronto cambió la conversación, y comenzó a preguntarme sobre la historia de Güira de Melena, donde resido: la entrada de Antonio Maceo, la toma de El Gabriel por Manuel Sanguily. Y yo en realidad no dominaba los detalles.

“De forma magistral, el Comandante me dio una clase de historia de Cuba. Salí de allí a buscar al historiador del municipio, pues aseguró que en otra conversación volveríamos a dialogar sobre la historia local.
“En una noche me leí el libro La historia de Güira de Melena. Al otro día por la mañana, cuando llamó como había prometido, me dijo: ‘Ya no te voy a preguntar por la historia de Güira, porque sé que seguro la estudiaste’. Fue de las mejores lecciones que tuve en la vida”.
Todavía en la UCTB Alquízar conservan, firmados de su puño y letra, los frascos de las posturas de mullus albaquemandaría, como también sus ideas en la ciencia que hacen.
Vivo está el campo de posturas de acerolas, presto a llevar la práctica productiva a cada rincón del país, como Fidel lo había pensado. Todavía, al hablar sobre un tema donde alguna vez puso su mirada, ponen más energía para alcanzar la meta, porque Fidel es impulso, luz.
