Entre julio y agosto se vivió en los cementerios de la provincia lo nunca visto, comenta uno de los sepultureros que pasó de enterrar a una, dos o tres personas por día como promedio en los más de 20 años que labora en el oficio, hasta dar sepultura a unos 30 cadáveres en una jornada, de ahí el organizarse por turnos, también de madrugada.
A esta realidad se acercó el artemiseño el 7 de septiembre en el reportaje Entre el dolor y la muerte, en el cual Yanelis Amador Borrego, directora provincial de Salud Pública, refería la cifra de 186 artemiseños fallecidos en solo dos meses por COVID-19, sin contar quienes murieron en otras provincias o por complicaciones post-COVID.
La capacidad para enterramientos era uno de los problemas mencionados, y había muchas manos a la obra en los 11 municipios, de ahí que un mes después, volvemos al intercambio con Maura Cinta Jaime, jefa de servicios necrológicos en la dirección provincial de Higiene, Áreas Verdes y Necrología (HIVERNE), conocida como Servicios Comunales.

Explica la directiva que “deben quedar listas unas 400 gavetas. Solo Bahía Honda, Bauta y San Antonio de los Baños previeron la construcción de bóvedas: 110 en total, con diez, cinco y seis capacidades, respectivamente.
“Aunque en la mayoría de los cementerios trabaja la Empresa de Mantenimiento Constructivo, Artemisa, por ejemplo apoyan los trabajadores de la Fábrica de Cemento. La falta de recursos como acero en Mariel y cemento en San Antonio, limitan el ritmo acelerado de las obras”, argumenta la directiva.
Bahía, que en 20 días deben terminarlo todo, trabaja con una cooperativa no agropecuaria, en tanto Caimito solo espera por las tapas, ya en cronograma por Mantenimiento Constructivo.
Arnaldo Ortega, director de la citada empresa, explica que tiene brigadas en nueve de los 11 municipios, y si hace falta más fuerzas las convocan, asegura.
No obstante, prevén cumplir el cronograma pese a la inestabilidad con el acero y el bloque, este último recurso fabricado a través de la producción local de materiales de la construcción.
Aunque ya los sepultureros volvieron a solo un turno de trabajo, y los fallecidos son mucho menos en el pasado mes si los comparamos con julio y agosto, esta “tarea de choque”, merece no detenerse, y seguir pensando en nuevas capacidades y prolongaciones de los campos santos, para dar el último adiós a un ser querido con adecuada sepultura.