Nunca he sido un amante de las películas de superhéroes, siempre las he visto como un eslabón bastante malo de la industria del entretenimiento. Prefiero las historias de la vida, de la gente real de carne y hueso.
Por estos días, sentado frente al televisor me pregunté, cuantas excelentes películas se pueden hacer de unos Juegos Paralímpicos, porque sin dudas esos sin son verdaderos superhéroes, de los de carne y hueso, de los que enfrentan “demonios” cada día.
Si lo pensamos bien, ellos resultan los verdaderos protagonistas de historias increíbles, de lucha contra la adversidad, de superación personal, de encontrar su lugar en el mundo y en sociedades dispares, de salir adelante en la vida y de sobreponerse a los más duros obstáculos.
Si lo pensamos bien, las historias taquilleras de Superman y compañía no le llegan ni a los talones a las de estos verdaderos titanes. Al fin y al cabo ya ellos enfrentaron su propio “fin del mundo”, y todos y cada uno salieron victoriosos de los retos más difíciles, los que impone la vida.
Esos 4 400 héroes y heroínas que llegaron a Tokio a competir deben ser quienes inspiren al mundo a querer ser un lugar mejor. Ellos demuestran que la vida puede ser bien dura pero nunca tanto como para doblegar la voluntad de quienes llevan todo el poder en su interior.
Ahora sus “trajes especiales” llevan los colores de sus banderas, sus “naves” se asemejan a las de este mundo aunque a ellos les aumenta las energías, sus “armas mortales” son sus prótesis y aditamentos innovadores, usados para poder “mezclarse” entre la gente común y ocultar sus poderes.

Los superhéroes de mis películas son gente de carne y hueso que le plantaron cara a la vida y le dijeron “te metiste con la persona equivocada”, y ahí encontraron un nuevo sentido a sus días. A la mayoría de ellos correr, saltar o nadar; les salvó la vida.
Ese cliché de que todos son campeones, aquí sí vale en cada letra, porque estos hombres y mujeres en trajes de superhéroes ya ganaron su medalla paralímpica hace mucho tiempo, algunos desde el día en que nacieron, los demás cuando decidieron enfrentar su destino y tratar de mejorarlo.
No hay que buscar demasiado para encontrar en Tokio 4 400 historias dignas de una excelente película de superhéroes, incluso al estilo de Hollywood, con solo ahondar un poquito en la sensibilidad de nuestros corazones nos damos cuenta de que las hazañas de Superman “y sus amiguitos” son una verdadera bicoca de esas de las de Meñique.

De este deporte que es un ejemplo de perseverancia ante las adversidades , puede escribirse y divulgarse mucho por otros medios de comunicación en nuestro país