“A la caña le gusta que le hables. La guataca es su música”, asegura Israel Martin, presidente de la CCS Flores Betancourt, en el municipio Artemisa. El “disparate” de conversar con su cultivo favorito siempre le depara altos rendimientos, pero hay otras “locuras” más esparcidas en su cooperativa, como pedir más tierras para producir más.
Ciencia de la buena y muchos deseos llevan a estos guajiros por buen camino. Israel ha bebido de los conocimientos de su padre, de escuchar y actualizarse; por eso lleva 20 años al frente de los 228 socios, quienes lo respetan y siguen.
Superar las 40 toneladas de caña por hectárea los ubica entre los primeros en la provincia. Sin embargo, no está conforme con ese rendimiento. “Pertenecemos al movimiento de las 70, solo que la escasez de fertilizantes nos golpea. De todos modos, el principal responsable es el hombre, pese a la carencia de recursos.
“Mira lo que hizo Elio Quicutis, que partió la tierra con bueyes. Observa las áreas del viejo Jorge Martin (de 86 años de edad), que ha mantenido una misma cepa con 32 cortes a través de otras tantas campañas; las de Daniel Tejeda (74 años), con 21 cortes y las del joven Yenier Hernández, con 14.
“Solo comienzas a ganar a partir de los cinco años, cuando honras los créditos del banco. Si demueles el campo de caña a los cinco años, no obtienes lo suficiente… y de nuevo tienes que invertir. Nuestros campesinos no se enredan en ese círculo, porque le sacan muchos cortes al mismo campo.
“La mecanización ocasiona un por ciento de deterioro a la caña, y compacta el suelo. Luego, cuando tienes que descompactar, le abres una herida a la tierra y brota la hierba. Hay campesinos reacios a partir la tierra; entonces, tratan de hacer las labores de forma manual, y que sea la guataca con quien converse.
“Ah, y entre la caña siembran frijol, que fija nitrógeno al suelo y garantiza 90 días sin hierba; la lucha es llegar a los 180 días sin enyerbamiento. Además, fertilizan encima de la propia caña cuando llueve, no con equipos”.
El golpe necesario
Israel defiende la caña con tesón. Pondera sus nueve derivados. Asegura que debería haber una guarapera frente a cada escuela; le enoja el entramado burocrático y la exquisitez de requisitos para instalar una (desde mesetas azulejadas hasta fregaderos solo del metal indicado).
Advierte que el precio de los insumos ha subido, pero el de la gramínea también, a 449 pesos, y los guajiros están contentos, aunque el margen de utilidad no alcanza el 12%.
Igualmente, respalda la organización de los campesinos. “Donde hay cooperativa, hay Revolución. ¿Quién arregla el motor del pozo cuando se rompe, para que tengamos agua en la comunidad? ¿Quién atiende la escuela, el consultorio médico y garantiza el transporte para las vacunas? Es la grandeza de mi sistema. ¡Aquí está Fidel, a caballo!
“Mi primera nieta vino al mundo con un tumor en un ovario. Nació un 24 y el 27 la operaron (hace dos años). Nadie preguntó por mi seguro ni mi ideología. ¿Cuánto vale eso para un abuelo? Por eso defiendo la caña, como una manera de retribuirlo, porque no solo aporta azúcar, derivados y dinero; sirve para intercambiar: si en Cuba tenemos caña, le vamos a dar un golpe demoledor al bloqueo”.
Una sana locura
Claro que todos no van al mismo ritmo. Hay tres productores con rendimientos de menos de 30 toneladas por hectárea. Tienen grandes extensiones y una edad ya avanzada, incluso han padecido incendios justo cuando acababan de fumigar (cuesta hasta 10 000 pesos). Un pelotón de cuatro o cinco campesinos se ha dedicado a ayudarlos.
Y Luciano Horta preparó una mezcla de humus de lombriz y potasio. Con su equipo adaptado que ganó un premio en el Fórum Municipal, de una sola vez realizó cuatro acciones: volvió a romper la tierra compactada, realizó un cultivo profundo, pasó grada múltiple y fertilizó. Ahora espera llevar el rendimiento de 28 toneladas por hectárea quizás hasta 35. A pesar de la sequía, la caña se ve mejor.
Yenier Hernández heredó un oficio que se remonta al abuelo. Lleva más de diez años cortando de 60 a 70 toneladas por hectárea en El Brillante. El día que acudimos a su finca se había levantado a las 5:00 a.m. para fumigar contra el bejuco, aunque suele limpiar con guataca. “Tengo 35 años. ¿Miedo al Sol? ¿Por qué? Si no trabajas, no recoges frutos. Quisiera extenderme más allá de mis 17 hectáreas”.
Al frente, un área de tierras ociosas aguarda mejor destino. A los rendimientos que logra Yenier, esos suelos aportarían 6 000 toneladas de caña anuales. ¡Cuánto terreno desperdiciado! La vista se pierde hasta las torres del antiguo central Eduardo García Lavandero y los límites con la Empresa de Flora y Fauna. Ni siquiera hay marabú allí.
Entretanto, Elio Quicutis aprovecha la fuerza de Canario y Palomo, los potentes bueyes con que hace todas las labores. “Queda mejor el trabajo, y la planta sufre menos. Mi caña suma 14 cortes, incluso con las combinadas CASE, que dicen le hacen mucho daño a las plantaciones. Tengo 10.95 hectáreas y hace rato estoy pidiendo más. Puedo atender otras dos o tres caballerías”.
Tampoco Lorenzo Carrillo se conforma con 9.65 hectáreas. Él ni siquiera esperó. “Como aún el Vial a la Autopista tarda en terminarse, sembré diez besanas que le pertenecen a esa obra, mientras tanto. ¿Qué puede pasar? Si llegan antes, solo perdería el trabajo y la semilla. Hay tierras para que, en tres meses, abunde el maíz y el boniato, y yo tengo medios para atenderlas”.
Los campesinos de esta CCS quieren cultivar mayores extensiones, de caña y de otros alimentos, como Luis Torres Montesinos, quien por ahora le exprime a sus dos hectáreas el máximo en yuca, maní, maíz, boniato y café. Lo de ellos es una sana locura por la tierra que debería ser premiada con nuevas áreas.
Los campesinos de la CCS Flores Betancourt, entre las más destacadas en rendimiento agr;icola en Artemisa, quieren cultivar mayores extensiones, de caña y de otros alimentos
Excelente labor que realizan los campesinos para garantizar los rendimientos agricolas, en lograr mayores extensiones de la siembra de la caña de azúcar y otros alimentos
Bravo por estos hombres que aman el surco. Felicidades. Sigan Cosechando y haciendo Proezas y Victorias
si todos ponemos nuestro esfuerzo y dedicacion nada podra limitar las visiones futuras
Bravo por aprender de la experiencia de los mayores que tanto pueden enseñar. Bravo por amar la tierra y hacerla producir cuidándola y respetándola.