“No es fácil comprar un animalito de seis meses, que no levanta ni una cuarta del piso, llevarlo en uno y medio o dos años hasta 300 o 500 kilos —¡yo he vendido hasta de 600!—, y no poder comerte ni un pedacito de carne, porque era ilegal. Lo entregaba en la puerta del matadero, donde tengo contrato, y ni siquiera presenciaba su pesaje.
“Fue un planteamiento repetido una y otra vez. Pero siempre tuvimos la esperanza de resolverlo”, afirma Osmany Valdés Ledón, de la CCS Rigoberto Corcho, en Artemisa.
Él fue el primer ganadero del municipio que hizo realidad la Resolución 139/2021, publicada en la Gaceta Oficial, sobre el Procedimiento para el sacrificio, consumo y comercialización de las carnes de ganado bovino por los productores agropecuarios.
Esta vez, Osmany, junto a sus dos hermanas Hildeliza y Yolanda (también campesinas), vivió el 26 de julio entre asombros y emociones, pues vendió a los 94 hogares en la comunidad Maravilla Roja, del consejo popular Las Cañas, unas 500 libras de carne de res, para el consumo de familiares, vecinos y amigos, mientras regaló muchas de las partes de estos animales.
Momentos antes donó, en un gesto de incalculable valor humano, a través de los Trabajadores Sociales, cuatro libras de carne por cada uno de los 80 niños artemiseños con leucemia, parálisis cerebral, fibrosis quística pulmonar, insuficiencia renal crónica… y a otros peques que una colostomía o una traqueotomía les alargan la vida.
Antes de llegar a la mesa
Este guajiro que desde los 13 años de edad trajina con vacas y toros, hace 12 se dedica solo a la ganadería, y parecía medio asustado ante las rápidas maniobras, cuchillo en mano, de los obreros de la Unidad Empresarial de Base (UEB) La Lima, quienes en poco más de ocho horas descuartizaron seis toros con 2 283 kilogramos de peso.
Josué Valdés Díaz, director de la entidad perteneciente a la Empresa Provincial de Flora y Fauna, reconoce “las posibilidades de esta medida para la industria: con capacidad para sacrificar 3 100 cabezas de ganado al año, y un plan real de 1 100.” ¡Ni siquiera la mitad!
Con equipamiento y condiciones óptimas, fuerza laboral especializada e inscriptos en el Registro Nacional de Higiene y Epidemiología, con las licencias Sanitaria y Veterinaria y otros expedientes que avalan la inocuidad de alimentos, los trabajadores de La Lima donaron también su trabajo del 26 de julio, como un aporte a la Patria en el Día de la Rebeldía Nacional.
A tiempo, para cuadrar la caja
Aunque el objeto social de esta industria es sacrificar animales, procesar la carne, empacar, elaborar y comercializarla, sus contratos suelen ser con entidades estatales; esta fue la primera vez con personas naturales.
“La prontitud de esta medida causó que estén por calcularse las fichas de costo. Pero son muy fáciles; dependen de promediar el salario de los obreros, las horas de trabajo y gastos como agua y energía”, advierte el director.
“Se pueden sumar otros posibles servicios a contratar con el campesino, además de la matanza y el deshuese, el golpe de frío, los diferentes tipos de corte a la carne (esta vez se la envasaron según las libras que determinó el ganadero) y el proceso de hacer picadillo, cierta cantidad de kilos, si así lo prefiere”, aclara Valdés Díaz.
De la vaca o del toro no se pierde ni el rugido, siempre escuché decir; sin embargo, hay eslabones por reforzar, pues el campesino pudiera haber vendido a la industria los tarros, los cascos, los huesos… y no lo sabía.
El director explica la existencia de una nave para almacenar esos productos y darles tratamiento en función de venderlos, con disímiles propósitos”, lo cual habrá que fijar en el contrato.
Osmany y sus hermanas campesinas donaron el cuero de los seis toros, que La Lima procesará y comercializará a la Unidad Central de Aseguramiento de Flora y Fauna, en La Habana, mientras se pierde la oportunidad de encadenamiento productivo con la Tenería José Ramón Martínez, en Guanajay, con endebles planes de producción por la adquisición de pieles, y entre ambas entidades no media ni un contrato.
Aunque poseen ficha de costo para tales productos, tampoco se previó la compra-venta de los intestinos delgados de cada toro, que al limpiarlos se procesan como pienso líquido para la cochiquera de esta UEB y en función de elaborar morcilla con la sangre recogida, también donada por los campesinos. Tales beneficios deberían tener, tanto quienes le aguantan la pata como el dueño de la vaca, parafraseando el refrán popular.
Más sacrificios y carne a la vista
Segundo Machín Chile, delegado municipal de la Agricultura, avizoró muchas jornadas como esta en La Lima, pues en agosto la Comisión Agraria debe aprobar el sacrificio de reses a campesinos de las CCS Ciro Redondo, Carlos Rodríguez Careaga y Antonio Guiteras.
Entretanto, la dirección de la UEB ratifica el reclamo de comprarle al municipio todos los animales accidentados o con otras incapacidades, sin afectar el balance nacional, o que puedan ser sus producciones incorporados en él.
“A veces se venden a otros mataderos. En cambio, nosotros los traemos hasta de Granma y Santiago de Cuba, con los gastos que implica. Además, muchos productos elaborados con esa carne irían a hogares artemiseños, y aportarían a la soberanía alimentaria local, con solo mediar acuerdos”, explica el directivo.
Por el momento, se encadenan con la Empresa Porcinos y los secaderos de arroz (por el uso de ese tipo de harina al procesar embutidos), con Alcona S.A, para ventas online y les compra carne la fábrica mexicana Richmeat, procesadora de cárnicos (picadillo) en la Zona Especial de Desarrollo Mariel.
Se vislumbran nuevos horizontes a partir de 63 medidas que, pese a los escépticos, engranan mecanismos de comercialización más cerca de quienes sudan, y sienten, que levantarse con sobrero, polainas y camisa a cuadros junto al ganado y de Sol a Sol, habrá de ser recompensa para sus bolsillos y aporte a la alimentación del pueblo.