Somos seres interconectados. Las redes sociales solo ratifican lo que sabíamos con anterioridad. Hemos creado una especie de realidad paralela: de amigos virtuales, de comunidades con intereses comunes… y las falsas noticias se han vuelto el talón de Aquiles de estos espacios.
Tanto Twitter como Facebook tienen mecanismos para evitarlas: desde las denuncias de los propios usuarios hasta la configuración de la inteligencia artificial para estos menesteres; allí también se persigue el bullying. En teoría, abogan por la verdad.
Sin embargo, en la práctica no todo es color de rosa, y el tema Cuba ha estado envuelto (en más de una ocasión) en noticias de este tipo.
Durante los sucesos del 11 de julio circularon en la red gran cantidad de estas fake news, tanto imágenes de otras naciones sacadas de contexto como presuntas dimisiones y huidas de altos cargos del Gobierno. No es la primera vez que aparece este tipo de campaña, más bien son el pan nuestro de cada día.
Todo comenzó en torno a la etiqueta #SOSCuba. La primera cuenta vinculada a esta tiene su origen en España, y publicó en dos días más de mil tuits: automatizó retuits a más de cinco por segundo.
Pero es bien sabido que se alteraron los sistemas de geolocalización de las cuentas para hacer creer que más de la mitad estaban en Cuba. Y Twitter no aplicó sus propias regulaciones contra etiquetas, bots y troles, aun cuando llamaban al magnicidio y a la violencia.
Esta operación montada desde el exterior recurrió al uso de robots y de los propios algoritmos existentes. Muchas de las cuentas eran de reciente creación. Luego se sumaron artistas e influencers y finalmente la prensa. Así se articulaba el intento de un golpe blando, dentro de la guerra no convencional.
¿Y dónde estaba el algoritmo de Facebook o su lucha contra el maltrato? ¿Dónde el de Twitter? Cuando circularon por esos días millones de ofensas hacia personas por solo pensar diferente, o cuando se replicaron informaciones falseadas una y otra vez.
Pero esta es una película ya vista. Por el bloqueo no podemos acceder a la plataforma de anuncios. Se han censurado contenidos, cuentas de instituciones y de figuras públicas. En cambio, sobran los bulos sobre Cuba.
Prácticamente vives en una burbuja basada en los Me gusta que das, cuáles amigos aceptas o no y a cuáles grupos específicos eliges unirte. De esta forma, cuando un amigo comparte noticias de este tipo, la crees real y caes en una cadena de desinformación. Por eso, recurre a la única vía capaz de librarte de engaños: verifica todo antes de compartir o replicar.
Excelente artículo colega. Felicitaciones