Pasa de prisa el tiempo cuando uno se sienta a conversar con el doctor José Carlos Sánchez Fernández, no tanto al hacerlo sobre el ancho y rico universo de la medicina, sino sobre los cientos de desafíos y maravillas que guardan los caminos del arte.
Y pasa también de prisa al conversar sobre los miles de retos que un ser humano debe enfrentar, para saborear ese esquivo minuto de felicidad al cual se refería el beatle John Lennon en su tema Girl, o sobre cómo construir una provincia donde se apliquen las cosas buenas presentes en otros territorios de Cuba.
Médico del hospital provincial Ciro Redondo, José Carlos brindó su ayuda internacionalista en Guatemala, Bolivia y Angola. Es gastroenterólogo y Máster en Enfermedades Infecciosas. Pero ama también la composición musical.
Se la toma muy en serio. Y es, sobre todo, un ser abierto al intercambio, un defensor de sus raíces artemiseñas y, con no menos bríos, de la ciudad de Holguín, sitio donde la cultura vibra con una hidalguía entrañable.
Por tales razones, sentí que valía la pena regalarles a los lectores esta entrevista.
¿Recuerdas cuando compusiste tu primera canción y a quién estaba dedicada?
La primera canción que compuse fue por los años 1982 a 1983. Se llamó Historia de amor, y se la dediqué a mi novia de entonces: Madelín Camejo. Casi junto a esta, comencé a escribir una dedicada al Che: El calor de tu estrella. La primera nunca la he inscrito. La segunda cuenta entre mis creaciones favoritas.
La medicina ocupa seguramente la mayor parte de tu tiempo. ¿Cuánto ocupa la música?
La medicina es mi esposa. La música es mi amante; la amo con pasión y la traigo a mi lado, o la busco cada vez que puedo o me seduce. Es una atracción diferente, pero cada día le dedico tiempo a escucharla y, cuando puedo, a escribirla.
¿Tocas algún instrumento? ¿Cómo sale la obra de tu cabeza?
No toco instrumento alguno, ni tengo nociones de eso. Escribo las canciones cuando “baja la musa”, sin entender cómo, en un instante. Incluso durmiendo aparece la melodía con algo de la letra, que escribo y luego mejoro. Si no lo hago en ese momento, la pierdo. Ahora me auxilio grabándola, pero no es lo mismo.
¿Cómo ves el panorama musical artemiseño en la actualidad? ¿Han grabado y difundido la música que compones?
Artemisa debe mejorar en cuanto a la difusión de la música de los autores actuales del municipio. A mí me cuesta trabajo grabar las canciones, pues no existen muchos dedicados a eso en la zona, y ningún intérprete profesional de Artemisa las canta. En la radio no las he escuchado o las promueven poco. También se les brinda poca difusión a nuestros concursos de música.
Escribes cuentos, poemas, obras de teatro, novelas… He escuchado que tienes varios proyectos literarios en camino.
Escribo algunos cuentos y poemas. Sobre todo, me gusta la poesía rimada. Acaricio un proyecto de novela, pero falta para concretarla. Teatro por ahora no. Tengo pendiente la posible publicación de un libro de sonetos, gracias a la beca de la Uneac que gané el pasado año, aunque tristemente la COVID me ha impedido concretarlo.
De los premios musicales obtenidos, ¿cuál valoras más?
He sido galardonado en el concurso Delfín Fleitas, y he obtenido otros premios. Mi mayor emoción fue cuando recibí el Premio de la Ciudad en Holguín, en 2011, por el tema Perla de Oriente. Es una ciudad con gran acervo cultural y allí el movimiento de autores y músicos es muy fuerte.
¡Cuánta falta puede hacernos la música en un tiempo desbordado de malas noticias!
Siempre la he visto como algo necesario en la vida de los hombres, mucho más cuando se enfrentan momentos difíciles. La música tiene un poder de relajación y distracción en las personas, que nos ayuda a enfrentar un trabajo, una decepción amorosa o una terrible pandemia.