Tanto coraje no cabe ni en sus 65 medallas. Tuvo que alistarse en apenas dos meses y medio, tras la muerte del papá y el tiempo sin competir, por la suspensión de eventos que ocasionó la pandemia… e incluso llevar en su propia sangre la COVID-19. Pero trabajó duro y se sacó de adentro lo necesario para conquistar otra colosal plata olímpica.
La vimos sobre el tatami: grande, con esa fortaleza mental que define a las leyendas. Por eso no podía sino ganarle a la portuguesa Rochelle Nunes, con ese wazari de infarto en tiempo de regla de oro. Por eso le fue encima con ímpetu a la china Shiyan Xu, como si la jovencita fuera ella, porque llevaba la fuerza de un país que se agiganta.
Idalys siempre está ahí cuando sus muchachas, su entrenador, Artemisa y la Patria la necesitan. Su increíble trayectoria al más alto nivel no solo es excepcional, sino también inspiración para generaciones de atletas. Los años de entrenamiento y sacrificio no le han mellado; mantiene su habilidad para estar en forma en el momento justo.
Muchos hablaban sobre la maravilla francesa Romane Dicko como sucesora de Emilie Andeol, la campeona de Río 2016.Comentaban que estaba invicta desde enero de 2020. Especulaban tras la victoria a costa de la cubana en enero, en el Masters de Doha, Qatar. Y se encontraron en la semifinal. Pero Lali se la merendó.
El desempeño de la muchacha del barrio Godínez en Candelaria, fue un modelo de técnica y táctica, según la propia Federación Internacional de Judo.
“Controló totalmente el brazo derecho de su joven oponente, que fue incapaz de romper la distancia. La cubana le permitió su firme kumi-kata solo para contratacar mejor, le marcó con ura-nage y, desde entonces, neutralizó a su rival por el resto del combate”.
Y entonces ensanchó la hazaña: ¡tercera final olímpica consecutiva! ¡Extraordinario! ¿Que se le escapó el oro? ¿Que no pudo ser campeona? Esta epopeya no cabe en el color de una medalla. La japonesa Akira Sone la venció por tres shidos, luego de casi nueve minutos de pelea, sin poder marcarle wazari ni ippón; le fue imposible derribarla.
Con su cuarta presea bajo los cinco aros, Idalys se convierte en la judoca cubana de mejores resultados en estos certámenes. De Beijing 2008 a Tokio 2020 atesora un bronce, un oro y dos platas, en un medallero personal que incluye todo tipo de títulos.
“Vinimos en busca de una medalla. Es la cuarta para mí, y estoy contenta porque muchos la creyeron imposible; yo no. Esta presea es mi respuesta –afirma con su bella sonrisa de siempre—. Era impensable regresar a casa sin ella. Se la dedico a mi papá, quien falleció hace nueve meses”.
Y la nueva medalla completa una estela consecutiva de preseas desde los Juegos de Montreal 1976, cuando otro artemiseño, el guanajayense Héctor Rodríguez abrió el sendero de triunfos.
Ya cuelga sobre su pecho la plata olímpica.
La cubana Idalys Ortiz gana la plata y su cuarta medalla Olímpica en cuatro Juegos,


(Noticia en construcción)